Por Danilo Contraras.- (Especial para Revista Zetta).- El inmolado profesor Jesús Bejarano, abanderado de la paz y el dialogo en los gobiernos de Barco y Gaviria, sostenía en un breve documento que “la distancia que separa la historiografía tradicional de la reciente, es la incorporación de los procesos sociales en la explicación histórica, y ello implica privilegiar sobre la anécdota…la presencia de los movimientos sociales en el acontecer nacional…”. Acota que las luchas sociales y en particular las luchas campesinas amplían su perspectiva hasta constituirse en “el área de estudio más dinámica de la actual historiografía”.
Quizás la gente citadina no ha sido muy consciente del drama de la guerra padecida por el país durante las últimas 5 décadas, puesto que el establecimiento y los medios de comunicación han vendido la idea de que este es un asunto que ocurre más allá de las fronteras de las grandes capitales. Sin embargo los efectos de la guerra en las metrópolis han sido devastadores y se expresan, fundamentalmente, en las oleadas de refugiados que se suman a los pobres históricos que moran las periferias urbanas.
2016 será sin duda un año histórico por cuenta de la virtual firma de los acuerdos de paz que se negocian en La Habana. Sin embargo, para que la reconciliación se establezca, se requiere un gran compromiso de los mandatarios que recién se posesionan en los territorios, puesto que estos tendrán la dura tarea de aclimatar los acuerdos en la realidad de los antiguos escenarios del combate.
El departamento de Bolívar, con casi medio millón de víctimas del conflicto armado se convierte en la segunda región con mayor número de afectados por la guerra, solo por debajo de Antioquia. Esta circunstancia particular impone retos difíciles de enfrentar.
Afortunadamente hemos escuchado del gobernador Turbay en su discurso de posesión, que el eje fundamental de su proyecto, será la paz: “Estamos jugados por la gran empresa de la paz y el posconflicto”, exclamo desde la tribuna de su entronización en su natal Carmen de Bolívar.
El mandatario departamental ha entendido, quizás por su origen provinciano, que la resolución de las viejas luchas campesinas por la tierra y las oportunidades, solo encontrara solución con una fórmula de gobernanza que resumió expresando a sus conciudadanos: “Quiero escucharlos, discutir con ustedes nuestras propuestas, convencerlos o dejarme convencer y solucionar juntos los enormes desafíos que tiene nuestro Departamento”.
Está claro en la agenda departamental que la reivindicación del campo y de los campesinos será clave para la paz. Turbay ha dicho: “deseamos fortalecer la actividad agropecuaria e impulsar la economía campesina para que el desarrollo económico y la prosperidad lleguen al campo bolivarense. La paz solo será posible desde un enfoque territorial – rural. Trabajando desde las regiones y para las regiones”.
Las ciudades y en particular Cartagena deben volver su mirada al campo para constituir una asociación virtuosa de reconciliación y progreso sostenible.