Durante los meses de noviembre de 2015 hasta marzo de este año, estudiantes del programa de Biología de la Universidad de Cartagena y miembros del grupo de investigación del mismo, desarrollaron un estudio botánico de análisis visual sobre los árboles que han muerto recientemente en diferentes zonas de la ciudad.
Para la realización de este estudio recorrieron la avenida Pedro de Heredia con el fin de para clasificar las especies afectadas por distintos razones: la falta de riego, la presencia de la planta parásita cagada de pajarita y los efectos del Fenómeno de El Niño, que aún no finaliza.
El grupo Química de Medicamentos, desde su línea de ecología de la conservación de la flora y la fauna silvestre reportan la muerte de más de 2000 árboles de distintas especies en la ciudad lo que representa aproximadamente 15 hectáreas de cobertura vegetal.
El grupo de investigación llama la atención sobre este problema que también es recurrente en el país, pues las actividades humanas impactan notablemente la cobertura vegetal. Asimismo, manifiestan que las autoridades locales no le han apuntado de manera científica a la ecología de la ciudad.
Observaciones que deja la investigación
Una de las especies más afectadas con 523 individuos, es el Roble Morado (Tabebuia rosea), árbol propio de los ambientes tropicales, con una altura entre 25 y 35 metros y que en la ciudad es común encontrarlo. A estos le siguen los almendros (Terminalia catappa) con 380 individuos identificados, y 120 uvitas de playa (Coccoloba uvifera).
De árboles como La bonga y Los campanos que proveen sombra de hasta más de 160 m2 por planta, se encontraron 52 individuos muertos que representan un área importante de las 15 hectáreas de cobertura.
“Notamos que una gran cantidad de los árboles de las principales avenidas no tenían follaje o algunos estaban secos, y decidimos hacer un conteo de los árboles, generalmente tomamos árboles que son muy grandes, que tienen entre cinco y cincuenta años”, expresa Erick Torres, estudiante del programa de Biología y participante del estudio.
Con el estudio se abarcó el 30% del territorio de la ciudad y los estudiantes, calcularon que, en promedio, estos árboles aportan un área de sombra de 78 m2.
Otras especies importantes por su resistencia a ecosistemas salinos son el Coco (Cocos nucifera) y palma real (Roystonea regia), que representaron alrededor de 63 muertes. Algo que se resalta en la investigación es que las especies de caucho (Ficus spp) son las más resistentes a estos climas, pero la comunidad y algunas estrategias gubernamentales se han encargado de podarlos irracionalmente, lo que conlleva a su deterioro irreversible y su muerte en un tiempo más corto.
Son varias las razones para que los árboles sufran esta afectación. El 28% de los robles y almendros cuentan con la planta hemiparásita cagada de pajarita. La planta crece bajo condiciones naturales y se alimenta de la corteza del árbol de donde extrae agua y sales minerales, y es diseminada por las aves migratorias que se alimentan de frutos y semillas de los árboles.
Según los investigadores, la muerte de los ejemplares no es resultado únicamente de causas ambientales, es común encontrar árboles en sectores como avenidas, parques abandonados y casas donde se presenta poco riego, que sumado a los efectos de la sequía del Fenómeno de El Niño, agudizan la situación de la flora de la ciudad.
El profesor Harold Gómez, director del grupo de investigación, reseña que algunos de los ecosistemas afectados son el Cerro de la Popa y el Espíritu del Manglar. “Se han ido deteriorando a la vista de los cartageneros, quienes contemplan diariamente la sequía y pérdida del habitad debido además a procesos antropogénicos como la tala indiscriminada de especies como lo son los mangles, lo que a su vez da una idea de compromisos ambientales de nuestras instituciones públicas y privadas dirigidos hacia la conservación de nuestra biodiversidad”, manifiesta el docente.