Crónica de John Zamora sobre una posesión anunciada

A las 7 de la mañana, tal como rezaba la invitación, el Paraninfo de la Universidad de Cartagena se comenzó a abarrotar de funcionarios (docentes y administrativos) de la Universidad de Cartagena, para atestiguar el ascenso a la Rectoría del médico Edgar Parra Chacón.

Todos esperaron con paciencia el paso de los minutos, pero el telón seguía cerrado. ¿Qué pasará? ¿Por qué no comienza la ceremonia?

A las 8 y 45 (1 hora y 45 minutos después), la directora de Comunicación de la Universidad, Marta Amor Olaya, debió salir al atril para calmar la tensa impaciencia. “Ofrecemos excusas por el retraso, pero es que el notario que debe dar posesión aún no ha llegado…” fue parte de su breve intervención. Tranquilizante.

Veinte minutos después se abrió el telón y todo estaba en su sitio: una enorme mesa con cinco miembros del Consejo Superior, un rector saliente y uno entrante, y, detrás de ellos, un desafinadísimo conjunto de cámara y un aburrido coro.

La secretaria general Marli Mardini anunció lo inevitable: el coro y el grupo de cuerdas deleitarán al público con cuatro himnos: Colombia, Bolívar, Cartagena y el tropelín. Quince minutos (desesperantes) después, ¡a lo que vinimos!

Lectura del acta de designación, lectura del mensaje del gobernador de Bolívar pidiendo que no se diera posesión a Parra; alusión a la carta de la Procuraduría para analizar concepto sobre edad de retiro forzoso; acta de posesión donde se responde todo, para concluir que la posesión va porque va.

El rector saliente germán Sierra Anaya se despidió, entregando un balance de éxitos (predecible) y declarándose libre para dedicar se a su familia. Luego, lo que se esperaba: la posesión.

El notario que anunció la jefe de Comunicación nunca apareció. Los precavidos miembros del Consejo Superior asistentes tenían, cada uno, una hoja con el texto de la toma de juramento y, en efecto, procedieron a leerla en un coro más afinado que el que cantó los himnos. Delante de ellos, a su izquierda de la tarima, el médico Edgar Parra levantó su mano derecha, juró y agregó (por si acaso alguna suspicacia) que declaraba no estar incurso en ninguna inhabilidad. Que quede claro.

Después de las felicitaciones y abrazos de Rodolfo Gedeón, Jaime Trucco, José Luis Osorio, Amparo Montalvo y Jorge Álvarez Carrascal, los cinco miembros del Consejo Superior que le dieron posesión, comenzó el discurso del nuevo Rector.

En sus palabras se evidenció un alto grado de emotividad al evocar algunos pasajes de la vida familiar y personal que recientemente se vieron impactados con ocasión del proceso eleccionario, hasta el punto que debió hacer una prolongada pausa y buscar afanosamente un vaso de agua, para impedir que las lágrimas se apoderaran del discurso.

Una pausa. Respirar hondo. Reiniciar. Habló de sus planes, de la calidad en la educación superior y aprovechó para agradecer a “Juan Carlos, Bertha…” y un largo cúmulo de nombres, por haber apoyado su postulación.

Final de pesadilla. El grupo de cámara y el coro otra vez. Un aleluya para terminar. ¡Que la gestión de Parra sea lo opuesto de la música de fondo!

Al final, la invitación para pasar al segundo piso, donde esperaban jugos, quesos y pasabocas.

Los frenéticos abrazos de los funcionarios y docentes con su nuevo jefe, que hicieron paciente y abarrotaba fila en el paraninfo de la Universidad de Cartagena, fueron el colofón de una exitosa lucha por entronizar el continuismo amparado en la denominada “autonomía universitaria”.