La vagina no es un tabú en la pintura de Nuria Formentí. Es el tema de su exposición, pero, más que eso, es una terapia espiritual.
Son 16 coloridas vaginas colgadas en un tendedero de ropa, en el salón del tercer piso del Palacio de la Inquisición. En el frente se proyecta un video de tres minutos sobre temas de mujer como la maternidad, los hombres… y en la retaguardia se muestra una fotografía donde el centro lo ocupa una imagen de la pintora en ropa interior, y en los lugares de las 12 horas hay una imagen familiar: su madre, su abuela, sus tías, sus tías abuelas…
Es el mundo femenino y en el centro, como eje, la vagina, un lugar de la anatomía por donde pasa la historia de todo el mundo, de todos los tiempos.
No es una exposición de lienzos o de oleos o de acrílicos. Es, mejor, un homenaje al papel, un material muy sincero con las tintas.
En los trazos y formas se denota un disfrute total, un deleite por el hecho de pintar, por hacerlo con plena libertad, sin tapujos, sin prejuicios, a gusto, sin miedos, sin cálculos, sin reservas, con las esclusas abiertas para que el torrente del espíritu corra sin fronteras.
Nuria Formentí propone esta terapia: “El pintor siempre está buscando motivos”. Y tiene razón. Encontró un motivo. La vagina es vital para la raza humana pero, a la vez, es un gran tabú social y tiene que ver con el tipo de sociedad nuestra, signada con un fuerte complejo de pecado impuesto por la religión.
Al proponer esta terapia y superar el tabú, el ser humano puede disfrutar la vida con una carga menos, y esa liberación es definitivamente un paso más en el camino de la felicidad.
Nuria es una creadora en pleno ejercicio de su libertad, con un elevado sentido de la estética y esos dos factores le permiten presentar un trabajo bello, lejos de las grotescas pretensiones del morbo.
La exposición, que se abre este viernes 11 de julio y está abierta al público hasta el 29 de agosto, le permitirá al visitante apreciar la temprana madurez de esta joven pintora española, que desde niña viene vinculada a Cartagena de Indias, ciudad de la que está enamorada y donde ha pasado largas temporadas en su vida.
La inclinación por la pintura y, al mismo tiempo, por la escritura, surgió en la infancia, y ha venido creciendo y evolucionando de manera auténtica, pues corresponde enteramente a su modo de ser y de pensar. Son procesos personales en los cuales encuentra muchas cosas por decir. Y las dice.
Pasar largas vacaciones en Cartagena de Indias, estar en fechas especiales como Navidad o Año Nuevo, o el cumpleaños, hizo que el sol del Caribe impregnara su pintura. Los niños, las palenqueras, los transeúntes, comenzaron a formar parte de su universo pictórico y, con ellos, la luz y el brillo del trópico
Su padre, el recordado empresario del turismo César Fernández (hotel Caribe), quien la acompaña por estos días en la ciudad, tuvo una aventura especial en el cine, al ser el fugaz actor que le dijo a Santiago Nassar: “te van a matar”, en la versión fílmica de Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez.
Por ello no es coincidencia que su primera exposición en Cartagena, de carácter colectivo, haya sido sobre esa novela, en el Museo de Arte Moderno.
Después, siguió creciendo en su trabajo pictórico. Como escritora le resulta natural el hábito de la lectura, y ese fue un gran motivo para otra temática: las mujeres que leen son peligrosas. Y las pintó.
Ver las olas del mar Caribe era tan común para ella como ver las del Cantábrico, pues allí residía su familia. Un cambio le permitió conocer otra geografía, otra expresión de la naturaleza. En Oviedo, ciudad sin mar, pudo ver montañas y gigantescos árboles, follaje, verdor, lluvia, otoño, hojas caídas… De allí surgió “Lo que me dijeron los árboles”, otra serie pictórica.
Madre de dos hijos, joven, hermosa y libre, Nuria Formentí propone en Cartagena esta terapia contra un tabú. Quien recorra su exposición de seguro saldrá con una carga menos, liberado y con un paso más cerca de la felicidad.