Por John Zamora (Director de Revista Zetta).- ¡Qué vaina tan difícil remar para el mismo rumbo! ¡Qué vaina tan imposible aprender del pasado! ¡Qué condena!
Incapaces de caminar, muchos pueblos optan por retorcerse en el mismo puesto e, incluso, gozar dando marcha atrás.
Ejemplos abundan de sociedades que tuvieron la sensatez de ponerse de acuerdo en algo, en lo básico, y marchar con el acelerador a fondo. Que los Dragones de Asia, que Barcelona, que Finlandia…
Eso es actuar con inteligencia. Lo contrario es poner palos en la rueda con rebuscados sofismas seudo intelectuales. Hay que ver la verborrea que se desparramó en la llamada Patria Boba, en los albores de la patria colombiana.
Incrustada acaso en el ADN de nuestra sociedad, la bobería nacional ha hecho carrera, y se ha multiplicado. Aquel que cree que robando es más vivo, es el bobo que hace crecer la corrupción con su letal consecuencia de hambre o muerte. Igual el bobo que empuñó las armas dizque a nombre de pueblo, para desangrarlo y llenarlo de huérfanos y viudas. Boberías que le han costado esta vida y la otra a varias generaciones.
Cuando la bobería se reproduce a escala, es mucho más notoria y no menos dolorosa. Las urbes son propensas y los bobertos lo saben. Entonces, la imbecilidad pulula.
¿Cuántas veces, pero cuántas, nos hemos propuesto trazar un rumbo común? ¿Cuántas veces, con imbecilidad, hemos dilapidado toda traza de unión?
Dizque la democracia nos señala el camino, y dizque el voto programático nos ayuda a recorrerlo. Basta elegir un gobernante, con sobrada votación, para ningunearlo al tercer día. ¡Que se elijan los brujos, los magos o los mesías! Estos sí infalibles, aquel humano apenas.
La imbecilidad conduce a la ceguera e imposibilita distinguir al decente del maleante, al diligente del farsante.
La imbecilidad impone modas. Revocatoria es la de hoy. Lo que no se pudo en las urnas, pisotearlo con el abuso de la ley. ¡Qué ridículo, qué gran peca!
Que no repita el error de la Patria Boba y las urbes muten en Ciudad Imbécil. Lo que hay que revocar es la imbecilidad.