Por Nacira Ayos Figueroa (Especial para Revista Zetta).- El afán que han tenido distintos profesionales en la búsqueda de un modelo que permita la detección temprana de niños en riesgo de desarrollar problemas de aprendizaje resulta motivador, toda vez que esta propuesta pretende mitigar el impacto de estos problemas en los años de educación básica y por qué no, en la vida misma; pues tal como lo demuestran los estudios, este tipo de problemas trasciende a la educación superior y al quehacer profesional del individuo. Una vez que los niños con problemas de aprendizaje comienzan a sentirse rezagados por sus compañeros, disminuye su interacción con el contexto, llevándolos desde problemas de auto-valoración hasta problemas estrés, psicológicos y psiquiátricos, pasando de la depresión hasta desenlaces fatales.
El diagnóstico de problemas de aprendizaje a menudo se da cuando los niños comienzan a presentar dificultades académicas en la escuela, y el promedio de edad en que los niños reciben evaluaciones de discapacidad de aprendizaje es a los 9 años (Shaywitz, 1998). Entonces me atrevo a decir, que la misma dinámica del actual sistema educativo en Colombia, evita la detección temprana de los problemas de aprendizaje en los niños, pues a los 9 años de edad ya han cursado los dos primeros años de educación básica; años en los cuales los planes de estudio están diseñados entre otras para desarrollar las habilidades comunicativas para expresarse correctamente en castellano (Ministerio de Educación Nacional).
Es importante aclarar que el aprendizaje no solo se da en el aula de clases, ni en el marco de un proceso institucional establecido por el sistema educativo, el aprendizaje se da desde la misma interacción con el entorno y es esta interacción la que permite determinar de manera temprana si el niño presenta o no problemas de aprendizaje.
Estudios demuestran que los problemas de aprendizaje están relacionados entre otros con trastornos del neurodesarrollo tales como THDA, dislexia, enfermedades del espectro autista específicamente, lo desafortunado es que no hay unas herramientas que permitan que el educador logre percibir a tiempo estos trastornos.
Un alto porcentaje de los trastornos de aprendizaje son genéticos, lo cual conlleva a pensar que la detección y tratamiento debe involucrar de manera directa a los padres del niño, de lo contrario los esfuerzos que se hagan no serán óptimos, si no se logra que los padres adquieran conciencia de la importancia de la detección temprana y de las diferentes alternativas de tratamiento.
Nada de lo antes descrito es nuevo, de hecho es una contextualización de la realidad frente a los problemas que aquejan a algunos niños. Es importante que los padres interioricen la importancia de la detección de estos problemas de aprendizaje y más aún que acepten la existencia de este problema, que es lo realmente difícil; ya que para los padres el hecho que el niño sea inquieto en clases, que no preste atención, que se atrase en los apuntes, que no termine sus tareas, se levante del pupitre a distraer a sus compañeritos que no se concentre en una sola cosa cuando está en casa, que no tenga figuras de autoridad, es normal, pues, el caso es que ese tipo de comportamientos son una inminente prueba de problemas de aprendizaje.
Entonces en el aspecto que nos compete se puede hacer una relación directa entre los problemas de aprendizaje causados por deficiencias en las funciones cerebrales superiores (lenguaje, memoria, funciones ejecutivas, visual-espacial, concentración; necesarias para aprender a leer, escribir, matemáticas, etc). Haciendo referencia a la población que estudia en Instituciones Educativas Oficiales, se debe tener en cuenta además de los factores ya descritos, un factor de contexto, que es la desnutrición, factor que imposibilita un óptimo desarrollo físico y afecta de manera directa el desarrollo psicomotor del niño; pues se trata de una masa crítica de niños y niñas de estratos bajos cuyo núcleo familiar no cuenta con las condiciones óptimas para brindar una alimentación balanceada y tal como lo referencian algunos autores, este es otro factor preponderante de problemas de aprendizaje.
Hay una realidad innegable y es que la posibilidad que un niño sea diagnosticado con problemas de aprendizaje y más aún sea tratado para superar dichos problemas se circunscribe muchas veces a niños cuyos padres tienen la capacidad adquisitiva que les permite matricular a sus hijos en colegios privados que cuentan con equipos multidisciplinarios, además de la posibilidad de acudir a consultas particulares con profesionales del área, evento que infortunadamente no se presenta con niños y niñas estudiantes de Instituciones Educativas Oficiales; así las cosas; es menester que desde las IEO se establezcan programas de acompañamiento a esos niños que presentan problemas de aprendizaje, pero estos programas deben ser integrales, donde además del sistema, también se involucren a los padres de familia y poder así darles la oportunidad de un proceso de formación a partir de la inclusión y el trabajo colaborativo.