Nacira Ayos Figueroa está haciendo historia. Tal vez sea la funcionaria que en menor tiempo haya llegado a un grado tal de incompetencia, que solo ella misma podría superarse.
Desde que se posesionó como directora del IPCC, hace casi un año, en los sectores culturales se viene esperando que dé la talla, pero nada. Creo que dentro del gobierno también, pero nada. Y cuando una funcionaria no despierta confianza en el sector donde orbita, ni en la prensa, ni dentro de su propio gobierno, la única explicación está en el respaldo político. Es decir, los únicos contentos con ella serían Miguel Ángel Rangel y su esposa, la senadora Sandra Villadiego.
Una mirada rápida y desprevenida inferiría que algo preocupante pasa cuando varias aspirantes se quejan y hasta tutelan por no haber sido aceptadas en el Reinado de la Independencia. Eso, que debería ser intrascendente, causa entrecejos pues el episodio coincide con el del afiche: un horroroso diseño termina siendo impuesto, en un homenaje a la ordinariez. Una ciudad con escuelas de diseño, con profesionales y artistas de la imagen, no puede decirle al mundo que ese esperpento es la imagen de sus fiestas. Los autores no tienen la culpa de haber pasado del anonimato al desprestigio pues son funcionarios del IPCC que, en un acto heroico, ofrecieron sus aventuras en photoshop y Corel para llenar el vacío dejado por el comité de selección que no encontró premiable a las escasas propuestas recibidas.
El desconcierto causado por ambas situaciones, picarescas por demás, se debe a la creciente desconfianza que la gestión de la señora Ayos ha generado en la ciudad, y en el sector cultural en particular. La funcionaria ha apelado al viejo truco de esconderse en una capa de soberbia, prepotencia y arrogancia, para ocultar su ineptitud.
El rosario de desatinos comenzó cuando se fraguaron las festividades del año pasado, donde los múltiples errores se perdonaron en razón del breve tiempo para prepararlas y por reflejo del aprecio al recientemente posesionado alcalde.
Sin embargo, al comenzar este año brilló con dos pifias: primero, una altisonante carta al Concejo pidiendo más presupuesto, gestión que no hizo en su momento; y segundo, cuando colocó una circular en la puerta del IPCC anunciando el cierre de la oficina por falta de personal, lo que después desmintió pero nadie le creyó. Las dos cosas fueron criticadas hasta por el propio alcalde, y valió una denuncia ante la Procuraduría del concejal David Múnera, de cuyo resultado nada se sabe.
En lugar de afianzarse a lo largo de este año, lo que ha pasado con la gestión de Ayos es que se ha erosionado la poca confianza que tenía. Episodios como el de la Casa del Consulado, que resultó averiada por la construcción de un hotel y donde el gobernador de Bolívar Juan Carlos Gossaín se ha quejado de la indolencia del IPCC, o el caso de San Lázaro Distrito Artes, donde el Ministerio de Cultura tuvo que intervenir ante su inoperancia, son evidencias de su cuestionable idoneidad para ocupar el cargo.
Su incapacidad gerencial le impide, incluso, aprovechar las bendiciones que el destino pone en sus manos. Les voy a contar una historia de esas de “no te lo puedo creer”:
Hace tres meses, una empresa sólida y con presencia en todo el Caribe, le ofreció al IPCC un patrocinio para las fiestas de independencia a cambio de presencia publicitaria. Al primer llamado, la directora –cortante y elusiva- dijo que aún no se había reunido con el alcalde para establecer los criterios para las festividades (¡háganos el favor y se quejaba de falta de presupuesto!..)… que esperaran unos días.
Con el ofrecimiento todavía tibio, un mes después no solo fue la empresa sino el propio alcalde el que le dijo que concertara una cita… pero nada. Se le explicó que si una de las dificultades es la falta de recursos, ahí tenía unos a la mano… que cualquier otro gerente enseguida busca un espacio en la agenda… que es una empresa grande y seria de la ciudad… en fin…
Al tercer mes y frente al silencio, la empresa decidió reforzar su respaldo publicitario a los carnavales de Barranquilla, porque en Cartagena no le pararon bolas….
Después de esta pequeña historia uno se pone a pensar que ojalá la cultura fuera tan importante como Transcaribe, y ojalá tuviera una política seria y a largo plazo, y ojalá el IPCC una directora competente….
Es evidente que existen muchísimas razones culturales, administrativas y gerenciales para que Nacira Ayos deba irse del IPCC. Pero… qué coincidencia, en esos considerandos no están las razones políticas… tal vez por eso mismo deba quedarse.