Por Danilo Contreras (Especial para Revista Zetta).- Con dos anécdotas y dos consideraciones institucionales argumentaré mi impresión de cierta desconexión entre Cartagena y el resto del departamento.
En la 1ª cumbre de alcaldes bolivarenses realizada en Santa Rosa Sur en 2016, el viceministro de infraestructura de la época, oriundo de Cartagena, incurrió en la impropiedad de centrar su discurso en las inversiones que su cartera verificaría en La Heroica. Un rumor se apoderó del público y no pasó mucho tiempo para que un alcalde reclamara al viceministro que era buena la inversión en Cartagena, pero los alcaldes esperaban respuestas a sus requerimientos. Atribuyo (ingenuamente) aquella pifia del funcionario al amor que seguramente le profesa al Corralito de Piedra.
El segundo hecho es más reciente. En un evento realizado por la Gobernación en El Carmen, escuché a una lídere de la región lamentarse del hecho de que mientras la gente de aquellas tierras era masacrada en las épocas aciagas de la violencia, a Cartagena y a sus autoridades parecía importarle poco la tragedia. El gobernador Turbay, que era el interlocutor, la miró con tristeza sin musitar palabra.
En lo institucional propongo estas ideas. Removiendo papeles encontré la sentencia No 7413 de septiembre de 2003 del Consejo de Estado, por cuyo efecto quedó en firme el acto por el cual se conformó un Área Metropolitana entre Cartagena y Clemencia, Santa Catalina, Santa Rosa del Norte, Villanueva, y San Estanislao. Este instrumento importante para la planeación y la prestación de servicios, aún hoy es letra muerta.
Lo otro es que el traslado del mercado de Bazurto, que en teoría debe implicar la modernización del abastecimiento de una ciudad que se alimenta de los Montes de María y de la ecorregión del Dique, se proyecta para una zona conflictiva dentro de la ciudad, en donde se replicará el modelo de aglomeración comercial de minoristas y mayoristas que fracasó en Bazurto. No consideran que el manejo mayorista de los alimentos que ingresan a la ciudad bien puede realizarse al borde de la metrópoli, mientras que la distribución minorista se podría organizar en mercados tradicionales de gran valor cultural y turístico que acerquen la disponibilidad de alimentos a la ciudadanía, tal y como está planteado en el artículo 17 del P.O.T.
Una mirada de Cartagena a sus municipios vecinos permitirá ver un mundo de oportunidades en un renglón prometedor de la economía: El clúster agroalimentario. Producción, transformación, comercialización y consumo.
El Departamento se ha esforzado en la infraestructura vial que mejora la conectividad del territorio con obras como la culminación de la transversal de Montes de María y el circuito vial del norte que hará de “La Línea” un emporio económico. Pero hay más por hacer en impulso a pequeños, medianos y grandes empresarios del campo en una sinergia de inclusión y en ciencia, innovación y tecnología. Cartagena y su territorio contiguo tienen una posición estratégica para emprendimientos agro logísticos. Hay que atreverse.