“Tengo un cáncer, tengo un año de vida y no pasa nada”

El matador de toros retirado Pepe Luis Vargas, que alcanzó notoriedad en la década de los años 80 del pasado siglo en ruedos españoles y americanos, ha comunicado que padece cáncer.

En su muro de Facebook, donde es habitual ver diariamente comentarios suyos acerca del mundo de los toros, además de dejar poesías que él escribe, ha colgado este jueves lo siguiente: «Me han comunicado los médicos hoy que tengo un cáncer y que tengo un año de vida y yo os quiero comunicar que no pasa nada, Dios me ha dado muchos años de Felicidad, gracias por vuestra amistad y cariño. ¿Qué hago ahora?».

Este mensaje ha sido rápidamente compartido por decenas de personas en sus respectivos muros y el comentario lleva más de 200 mensajes de apoyo, ánimo y muestras de solidaridad hacia el torero sevillano ya retirado.

Pepe Luis Vargas incluso ha respondido dando las gracias por todas estas muestras de cariño e incluso ha llegado a escribir que le están llamando por teléfono pero que no tiene ánimo para responder, por lo que ruega comprendan su situación.

No es habitual que las redes sociales se utilicen, en primera persona, para comunicar una situación de este tipo. Sin embargo, Pepe Luis Vargas ha querido, de esta manera, dar a conocer la enfermedad que padece e incluso el tiempo de vida que le han dado los médicos, lo que pone de manifiesto la fuerza de estos medios y su inmediatez.

Torero de gracia y valor

Pepe Luis Vargas nació en la localidad sevillana de Écija el 13 de febrero de 1959 y ya en la temporada de 1977 destacó sobremanera como novillero. Tomó la alternativa en la plaza de toros de Sevilla el 15 de abril de 1979, de manos de Curro Romero y siendo testigo Manuel Ruiz «Manili».

No tuvo una carrera fácil este pinturero diestro, que bregó con corridas durísimas y aún así nunca volvió la cara y siempre intentó llevar a cabo su toreo de clase y gracia sevillana.

Muy castigado por los toros, sus mejores momentos vinieron en la primera mitad de los años ochenta con triunfos sonados en Sevilla, Madrid, Bilbao, Logroño y en México, donde se labró un extraordinario cartel.

Sin lugar a dudas, muchos lo recuerdan por aquella terrible cornada que sufrió en la Maestranza el 23 de abril de 1987, cuando el toro «Fastamón» de Joaquín Barral le infirió una gravísima cornada en el muslo al recibirlo a portagayola que a punto estuvo de costarle la vida y de la que por fortuna se recuperó. Aquella tarde, ya en la enfermería, pronunció una frase que ha quedado marcada en la memoria de los aficionados: «¡Tanto luchá pa ná!».

Retirado de los toros, estuvo hasta hace poco ejerciendo de director de la Escuela Taurina de Écija hasta su cierre y actualmente dirige la de Espartinas. Torero labrado a golpe de cornadas, no ha rehuido tampoco esta pelea que tiene que librar de nuevo contra la muerte.