Análisis de John Zamora (Director de Revista Zetta).- Ya es axioma que Cartagena es un feudo político donde a las casas tradicionales se ha sumado una nueva fuerza, no por exógena menos influyente, la del procurador Fernando Carrillo.
En la penumbra donde se entrecruza el sol del interés público con la sombra del activismo político, el procurador no ha escondido para nada su férrea voluntad de interferir directa y abiertamente en la política doméstica.
Ejerció como jefe de debate de Andrés Betancourt y los otros adversarios de Quinto Guerra, contra quien enfiló sus baterías con volátiles cargas de profundidad en la campaña atípica para Alcaldía.
Dado que los votos pudieron más que sus advertencias, colocó todo el peso de su cargo en la acción en el Consejo Electoral, donde obtuvo un segundo revés. Las victorias vinieron cuando logró en el Tribunal Administrativo la suspensión del alcalde conservador, confirmada por el Consejo de Estado.
Con Quinto “out”, y con el recuerdo de también haber sacado a Manolo Duque, Carrillo siguió ejerciendo su poder sobre la administración de Cartagena, como le pasó a la alcaldesa Yolanda Wong cuando le tocó recoger el viaje de unos funcionarios a la Unesco por el tema Aquarela.
Para confirmar una vez más su fijación con la ciudad, el procurador se tomó mas de un mes para estudiar la terna conservadora a la Alcaldía (o ponerle máxima atención a la chismología local), integrada originalmente por Pedrito Pereira, Oscar Torres y Roxana López, sustituida por Antonella Farah. Su conclusión es pedirle al presidente Duque que revise con lupa porque Cartagena no merece otro alcalde emproblemado. ¿A quién se refiere?
Examinemos:
No creo que se refiera a Oscar Torres, pues por su trayectoria y cargo, a lo sumo tendrá problemas para cuadrar el calendario escolar de la Escuela Naval o responder las inquietudes académicas de los cadetes.
No creo que se refiera a Antonella Farah, la recién llegada a la terna, porque su desempeño profesional ha sido en calidad de asesora, bien de la Gobernación de Bolívar, bien de la Consejería Presidencial para las Regiones, donde ha ejecutado tareas técnicas, sin capacidad de decisión.
Queda uno: ¿Se referirá el procurador a Pedrito Pereira?
En Colombia el ejercicio de la actividad política representa una automática carga de animadversiones, desde las meras envidias personales hasta los más enconados odios.
Pereira Caballero, hombre de familia, con la relativa estabilidad económica del negocio familiar del transporte, ha estado en la escena pública desde que fue Personero, Concejal y, más recientemente, representante a la Cámara en periodos consecutivos. De seguro, por alguno de esos cargos, no faltará quien lo haya denunciado. ¿Denuncia es igual a condena? ¿Denuncia equivale a maniobra política? ¿Denuncia equivale a sanción de la Procuraduría?
Salta a la vista que la posición del procurador es absolutamente política y no jurídica, pues no de otra forma se explica esta sorpresiva mácula a la terna.
Pero como la política es una compleja partida de billar a varias bandas, hay que ver si el presidente Duque acoge la observación del procurador, lo que prolongaría la permanencia de la dinámica Yolanda Wong en la Alcaldía. ¿El partido Conservador, que es partido de gobierno, estaría dispuesto a recomponer de nuevo la terna? ¿El conservatismo aceptará que el procurador liberal le desbarate su terna y se meta en el fuero propio de la colectividad? ¿Por “joder” a alguien de la terna, el procurador beneficia sin querer a fuerzas políticas interesadas en que no haya designación de alcalde? ¿Estarán otros partidos o congresistas echando leña al fuego para interferir al conservatismo?
No creo que el procurador admita en público contra quién es la prevención que tiene, pero está claro que cuando se mete con Cartagena, torpedea lo que se propone.