Las cárceles como centros de producción – Opinión del Alvaro Royo desde Xiamen

Por Álvaro Royo (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).- A veces no tiene que uno irse a los extremos para poder buscar las soluciones a algo que te esté dando vueltas en la cabeza. Las cárceles no tienen que ser de trabajos forzados como lo hay para ciertos delitos acá en China, ni tiene que ser de miles de condenados o en espera de sentencia sentados, hacinados, fumando y planeando la próxima fechoría. Algo intermedio podría ser interesante.

Las cárceles de ciertos países europeos se están quedando vacías, hay algunos que reciben los presos de otros estados para poder sostener un sistema penitenciario que ya los niveles de educación y el respeto por las instituciones de los políticos en cero de corrupción hacen que cometer delitos haya pasado de moda en esos países, no se usa ser bribón, luego entonces es poco lo que hay que encarcelar.

Pero sucede que en estos países europeos las cárceles son del estado, caso contrario sucede en Estados Unidos donde el sistema penitenciario es privado y es de los mejores negocios que existen en ese país, hay un acuerdo no escrito y un sistema malvado de comisiones dentro de las autoridades con las empresas todo poderosas que manejan las cárceles para que siempre la población carcelaria vaya en aumento ya que por cada recluso dentro de los muros el estado les paga a las dueñas de las concesiones. Esto se refleja en que si no te ríes del chiste que cuenta el policía pues te vas preso, y este hace lo posible por provocarte en la calle y su rudeza imbécil hace pensar poco que su función es protegerte. ¡Son de miedo!

Acá en China los policías no los ves en las calles, y los que ves no andan armados, solo usan cámaras para grabar los procedimientos, el diálogo es siempre la primera opción y a menos que te pongas muy violento, estos procederán a detenerte. Si has cometido algún delito, dependiendo su gravedad, tendrás que pagar por ello y una de las alternativas que hay son los trabajos forzados, digo forzados porque tienes que hacerlo si no tus condiciones de reclusión van a empeorar, luego entonces trabajar te toca.

¿Y qué hacen? Pues dentro de las mismas cárceles hay fábricas de empresas privadas y también del estado que se encargan de producir artículos y elementos que se necesiten para la ciudad, los adoquines para las vías, los bloques para la construcción, ensamblajes de piezas industriales, artículos de todo tipo para mejorar las condiciones de esa ciudad a la cual trataron de afectar.

Las condiciones no son de aplaudir pero la idea es interesante si se le dieran ciertas vueltas para convertir este sistema en un método aplicable a las cárceles de nuestro país.

Colombia en este 2018 tiene una sobrepoblación carcelaria del 45%, el país tiene capacidad para 80 mil reclusos y cuenta con unos 116 mil, luego uno ve los planes para construir nuevas cárceles y los presupuestos nunca son suficientes, pero claro, quién quiere hacer inversiones para tener gente dando vueltas en los patios pasando el tiempo, y en últimas meterle dinero a algo que se va a convertir en un gasto adicional, queda siendo un mal negocio por donde se le mire, no es ni atractivo ni viable.

Y para un país como Colombia donde la educación es tratada como el patito feo del presupuesto eso hace pensar que las cosas no pintan para mejorar.

Y la ley para que las cárceles sean productivas existe, en el Código Penitenciario y Carcelario de Colombia se habla de la urgencia y prioridad de que el sistema pase de ser solo punitivo y se convierta en modelo de resocialización, habla de códigos, estatutos, derechos de los reclusos al trabajo y a la educación, también habla en palabras muy bonitas de incentivar a la empresa privada y ofrecerles beneficios tributarios para que se involucren en el proceso pero hasta el día de hoy y si vemos el comportamiento de las cifras de los últimos 20 años el trabajo en las cárceles se ha ido reduciendo dramáticamente y según cifras del INPEC en 1999 el 41 % de la población carcelaria tenía trabajo, a 2008 había disminuido al 31% y hoy están en niveles cercanos al 20%, siendo estos trabajos de poco impacto en el sistema y en los que lo ejecutan.

Las personas condenadas deben llegar a unas cárceles que se parezcan más a una fábrica con dormitorios que a otra cosa, que ofrezcan unas condiciones de vida digna pero dentro de una estructura de reclusión estricta y disciplinada donde el acceso a celulares debe ser un delito grave por los antecedentes de extorsiones desde los centros carcelarios, si la empresa privada no quiere involucrarse entonces el Distrito, para hablar solo de Cartagena de Indias, debería pensar seriamente en convertir sus actuales centros carcelarios en centros de producción, pero de verdad. Cartagena adolece de tantas cosas a nivel urbano que pueden perfectamente ser “Made in Ternera” o “Made in San Diego”: bancas, jardineras, macetas, carpintería de todo tipo, las mismas plantas en viveros, bloques, ladrillos, postes, vallas, estructuras metálicas, puentes peatonales prefabricados, andenes prefabricados y un largo etcétera, elementos de inmobiliario urbano que se necesitan para una ciudad que necesita estar bien presentada como Cartagena. A la población carcelaria es mejor mantenerla ocupadita.

En últimas Cartagena debe empezar a ser organizada desde un punto de vista holístico, pero bueno, dejemos esa vaina para el artículo de la otra semana.

Felicitaciones al tremendo proyecto de Johana Bahamón con el restaurante “Interno” que funciona dentro de la cárcel de San Diego, excelente ejemplo que refuerza el tema que hemos tratado en esta columna.

Y gracias a la gran Zulay Paz Velilla por compartir ese video del restaurante interno que les dejo en un enlace aquí.

 

¡Un abrazo!

Alvaro Royo

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