Por John Zamora (Director Revista Zetta).-Ha muerto Nicolás Francisco Curi Vergara, ícono de toda una era política de Cartagena, donde fue tres veces alcalde por elección popular (algo que, quizás, nadie podrá igualar) evidencia de un carisma arrasador y un frenético sentido del trabajo, todo un huracán político.
Nicolás era un político de madrugada, mañana, tarde, noche y amanecida; de barrio, calle, cambuche y quiosco; de micrófono, tarima, megáfono, pretil o terraza; de amigos, muchísimos amigos, de contradictores, y, por supuesto, de enemigos.
Fue la profesión que ejerció a plenitud. Además de alcalde, fue senador, embajador, diputado y concejal. Más que eso, fue un determinante jefe político, con más triunfos que derrotas, más lealtades que traiciones, más coaliciones que conspiraciones.
Fue médico cirujano, pero toda la ciencia médica la puso al servicio de la gente. Fundó la clínica Blas de Lezo y se inventó un a especie de Sisben para atender a los pobres, incluso les daba las medicinas y el pasaje del bus.
Nació en Tadó, un pueblo perdido en la selva chocoana, y muy niño llegó al barrio Olaya Herrera, lo que selló su compromiso permanente con las clases populares. De allí la medicina, de allí la política, siempre en el partido Liberal. Antes fue aspirante a cura y policía; después de la política, fue campesino frente al mar, cuyas últimas brisas alcanzó a disfrutar antes que las complicaciones de la salud lo llevaran a la unidad de cuidados intensivos, para fallecer tras llevar una vida intensa. La vida que quiso vivir.
Es muy fácil decir que fue tres veces alcalde, pero cada elección tuvo su reto. En la primera candidatura fue tan arrasador, que quien se perfilaba como principal oponente, Adalberto García Morante, se retiró y Nicolás tuvo el camino despejado para su primera Alcaldía. Una administración con mucho pueblo, muchas calles pavimentadas, mucho “trompito” para hacer la mezcla, y donde los mismos vecinos eran los albañiles de las obras. “Cartagena siempre nuestro compromiso”.
No obstante, su “cuerda” perdió las elecciones siguientes con Gabriel Antonio García y debió esperar una nueva oportunidad. Más adelante apoyó a Guillermo Paniza Ricardo, quien fue alcalde, y todo estaba listo para su segunda candidatura. Ganó, pero no terminó el mandato. Fue cuando se inventó el famoso programa de “Lucha contra el hambre”. Pero los enemigos no estaban dispuestos a dejarle el camino tranquilo. La Contraloría General de la República lo cuestionó, la Fiscalía lo procesó y hasta estuvo privado de la libertad. Renunció.
Cuando todos pensaban que estaba acabado políticamente, que tenía tantos procesos disciplinarios, penales y fiscales que no volvería al ruedo, a finales de 2005 se posesionó por tercera vez como alcalde. Uno a uno, encaró todos los expedientes y salió airoso. Toda una hazaña.
Su fortaleza siempre fue el pueblo, y con el respaldo de la gente se enfrentó a los adversarios políticos y también a la prensa bogotana, que fue obsesiva en etiquetarlo como campeón de la corrupción y la politiquería. Los titulares de prensa se fueron, pero la obra y carisma de Nicolás Curi se mantuvieron firmes y resistieron todos esos embates.
Su popularidad era espontánea, no necesitaba esforzarse en lo más mínimo para simpatizar, muy diferente los prefabricados políticos de ahora que viven rodeados de asesores. Su sonrisa espléndida, su voz fuerte, su claridad mental, su sencillez personal, eran su patente.
También fue hombre de familia, muy unido a sus hermanos, padre devoto y cariñoso, galante con las mujeres, pero sobre todo, enamorado de la vida y del pueblo.
Cada uno de sus muchísimos amigos podrá siempre citar una anécdota mordaz, un apunte genial, una “maldad” ahora confesable con el paso de los años, una salida memorable, un consejo sabio. Nicolás fue todo esto y muchísimo más.
Confieso que ha sido bien difícil escribir este apretado perfil. Traté varias veces de comenzar, pero siempre una lágrima o un recuerdo me hacían parar y volver a intentar. Es que Nicolás fue mi jefe y mi amigo, fueron muchas horas de trabajo, en campaña política, o en la administración, o en la cotidianidad. Muchas experiencias maravillosas. Y ahora que ya no está, no sé cómo terminar. Solo se me ocurre decir: Gracias, Nico.