Por Danilo Contreras (Especial para Revista Zetta).- “Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada…El que prefiere que los otros tengan razón…Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”. Estos versos del poema Los justos de Borges, son, quizás, la tolerancia que cada vez se extraña más en estas épocas.
Múltiples circunstancias dan cuenta de dirigentes y en general colectividades políticas, que al gozar de las primicias del poder, entienden que están en capacidad de desconocer la visión y las propuestas de las personas y los partidos que han sido derrotados en la contienda electoral y, con fundamento en esa errada concepción persiguen y estigmatizan a quienes piensan distinto y proponen una idea del Estado alternativa a la que momentáneamente triunfa en los comicios.
Niegan la tolerancia como un valor democrático esencial, pues sin ella el gobierno del pueblo es solo una etiqueta vacía que enmascara una formula despótica de ejercer el poder e imponerse sobre quienes constituyen las minorías de la sociedad.
Satanizan quienes así actúan a aquellos que no comparten sus postulados ideológicos, con la finalidad de constituir una homogeneidad del pensamiento que les garantice prevalecer y atornillar sus propios intereses. No es factible para los que piensan así, que otras visiones del Estado accedan al ejercicio del gobierno.
A mi me preocupa como por ese camino, son vilipendiadas las ideas de la justicia social en el momento actual, las cuales antes que criterios ideológicos, se constituyen en principios morales de una filosofía que cualquier ser humano debería profesar. Confunden, los privilegiados del poder, asimilando a todo aquel que crea honestamente en la reivindicación de los derechos de los más necesitados, con quienes diciendo defender al pueblo y las concepciones de la equidad social, no han hecho más que desprestigiarlas ante la faz del mundo.
De esta manera se generaliza el discurso según el cual, por ejemplo, quien se opone al manejo de la crisis con Venezuela y a la propuesta de una confrontación bélica, que sin duda esta sobre la mesa, es un militante más del régimen de Maduro que solo merece repudio por la estupidez y crueldad acreditada de sus cabecillas. Y lo peor de esta historia es la gran masa de la opinión, que se entrega sin análisis, a esta manera de la manipulación y la propaganda.
Es claro que NO todo aquel que profesa las ideas de la justicia social y la solidaridad con los mas humildes, corresponden con las ideas fracasadas en la praxis de la dictadura del proletariado. Hay más, muchas más filosofía moral en las ideas de justicia social.
La democracia es mucho más que el gobierno de mayorías transitorias. La democracia en sustancia es el reconocimiento de los derechos fundamentales de todos, sin distinciones. Y la tolerancia entonces es una expresión prístina del respeto por el significado del otro y su dignificación en una sociedad, si es que esta es humanista.