Por Karen Abudinen Abuchaibe (Especial para Revista Zetta).- Una de mis grandes pasiones ha sido trabajar por proteger y garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes del país, porque estoy convencida de que el futuro de Colombia depende de cómo tratemos a los más pequeños. Por eso, me duele esta cifra: según el DANE, 6 de cada 100 menores de 17 años trabajan en Colombia, lo equivalente a 644.000 casos.
En el Día Internacional Contra el Trabajo Infantil, hago un llamado a todos los colombianos para cambiar esta realidad. El primer paso es entender que los espacios de los niños no son las calles, las minas o los cultivos, sino los colegios, los parques y sus hogares. Lo segundo es comprender que cuando aceptamos que un niño trabaje, lo exponemos a riesgos para su salud y le ponemos barreras para avanzar en la vida.
Un niño que es obligado a trabajar pierde la oportunidad de estudiar, cuando no se educa, crece y no encuentra un trabajo bien remunerado, y al no tener suficiente dinero para mantener a sus hijos, ellos también podrían correr la misma suerte. ¡Es hora de frenar este círculo de pobreza y desigualdad!
La responsabilidad no es solo de los papás, las autoridades y los profesores, todos tenemos que comprometernos. Basta con denunciar los casos de explotación infantil, evitar comprarles dulces a los niños que trabajan en los semáforos y mostrarles a todos que su futuro está en los salones de clase.
Todas estas son acciones que no cuestan nada, pero salvan vidas. La Organización Internacional del Trabajo asegura que alrededor de 22.000 niños mueren cada año en centros de trabajo de todo el mundo. Las largas jornadas laborales, mala alimentación, sumadas al contacto con sustancias peligrosas o situaciones riesgosas son las principales causas.
Cada niño que le restamos al trabajo infantil, es una estrella más que puede brillar en el futuro. Estamos para velar por el bienestar de las nuevas generaciones, para que puedan ser felices en un país donde se les garantice la equidad desde sus primeros días de vida.
*Consejera para las Regiones, Karen Abudinen