Por John Zamora (Director Revista Zetta).- Quien creía que William Dau y Vicentico Blel eran diametralmente distintos, se sorprenderán con lo cercanamente parecidos que fueron al tomar decisiones sobre su posesión: horas de la tarde e incomodidad total en un 1 de enero.
A Dau, en un arrebato de populismo, se le dio por irse a la Perimetral. Antes, a Manolo se le había dado por el parqueadero del Coliseo de Combate, y mucho antes a Guillermo Paniza por el parque de Chile, lugares accesibles y relativamente seguros. Pero la Perimetral es otra cosa, y mucho más desafiante si se tiene en cuenta la hora y el sol: 2 p.m. ¡Bonito horario!
A Vicentico se le dio por ir a la minúscula sede de la Asamblea, en Manga, a las 3 p.m., donde no hay espacio ni para estacionar, a diferencia de la extensa Perimetral. Será una lata de sardinas donde deberán comprimirse diputados, gobernador y familia, prensa, invitados y sapos. Pero todo no termina ahí. A renglón seguido, emprender trayecto a la sede administrativa de la Gobernación en Turbaco para la posesión del gabinete y el primer Consejo de Gobierno.
No obstante, la simultaneidad de las posesiones permitirá a cada “clientela” optar por acompañar al gobernante de sus preferencias. Estarán los que ganaron con convicción, los arrimados de pelo largo y colita blanca, los sapos que nunca faltan, y los ciudadanos del común, los que realmente merecen buenos gobiernos.
Se sabe que un vaso de agua y un capricho de posesión no se le niega a nadie, pero… ¡por favor! ¡Todo sea por la democracia!