Por: Horacio Cárcamo Álvarez (Especial para Revista Zetta 20 años).- Juiciosos están los equipos de Planes de Desarrollo en los gobiernos territoriales definiendo la agenda que orientara la inversión en los próximos cuatro años. Las expectativas la marcan en principio los programas de gobierno abonados en las urnas y la respectiva realidad fiscal que al final definen la última palabra. Los buenos propósitos no son suficientes en sí, requieren del complemento en recursos técnicos, logísticos y financieros para materializarlos y evitar de esta manera que los PD resulten unos muy buenos documentos ilustrativos de diagnósticos y contextos reiterativos sin posibilidades de transformar realidades en materia de inequidad y pobreza.
El Caribe y el Pacífico colombiano arrastran ese pesado lastre de pobreza y sus indicadores resultan peores cuando se les cotejan con los del interior del país, especialmente en materia de calidad y cobertura en los servicios básicos. Pareciera como si en el mismo territorio coexistieran dos países con realidades antagónicas y al parecer uno de ellos condenado desde siempre a la suerte del olvido a pesar de la riqueza que aporta al crecimiento del Estado. Es como si el más pobre despierta la mayor importancia en épocas de subienda electoral para ganar elecciones. ¿Qué paso con la Costa?, o salgan para la Costa son interrogantes o exclamaciones nada extrañas cuando se pierden elecciones o se requiere de algo, propiamente no muy sanctus, para evitar la derrota.
Cada inicio de gobierno es la renovación de la esperanza y no obstante frustraciones del pasado e inclusive históricas los pueblos vuelven a creer en sus dirigentes y desempolvan con la confianza inédita las ideas consideradas indispensables para poner fin a sus afugias que siempre los mantienen atados a las trampas de la pobreza. En la mayoría la realidad local supera la imaginación posible. Particularmente en el Caribe y la costa Pacífica del país se encuentran municipios por encima del 80% de pobreza multidimensional y el ciclo de promesas y frustraciones se sucede de manera perversa y cínica.
De este modelo clientelar solo se puede rescatar la nobleza y honorabilidad de la gente, quienes a pesar de todo, no apedrean a los falsos profetas ni ignoran a los que se autoproclaman enviados, por el contrario, les escuchan y vuelven a confíar su futuro. Cada fracaso electoral antes de convertirse para ellos en naufragio insuperable es el punto de partida para nuevas luchas con la ambición de conquistas sociales sostenidas en el propósito de lograr las reivindicaciones esquivas.
El error es de quienes imaginan en la estrechez del negocio que la traición electoral a la sociedad no genera avance en el crecimiento de la conciencia política, y en la fortaleza de lo que Gaitán llamaba la determinación y el pensamiento del alma colectiva, de esto da buena cuenta el in crescendo número de gobernadores y alcaldes elegidos por fuera de las maquinarias de los partidos como resultado de unas nuevas ciudadanías que no le comen cuento a los miedos o por simple insubordinación espontanea en las urnas.
Los Planes de Desarrollo pronto a aprobarse son un nuevo contrato social, como lo identifica Claudia López alcaldesa de Bogotá, y para nosotros deben tener como objeto axiológico la restauración de la dignidad humana principio fundante del Estado Social de Derecho. En ese orden las metas deben ser medibles y eficaces para el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes menos favorecidos en los territorios y para cerrar las brechas responsables de la inmovilidad social, pero sobre todo deben ser exigible en su cumplimiento como todo contrato.
Donde hay déficit social aplazado los planes de desarrollo, cualquiera sea la estrategia diseñada para el crecimiento económico (innovación, productividad y competitividad) deben contar, como le han sugerido al Departamento de Bolívar Findeter y la Federación de Departamentos en el documento “Ruta del desarrollo sostenible”, con un plan de inversión integral en servicios públicos domiciliarios, equipamientos sociales en educación y salud entre otros.
En ese direccionamiento apunta también la investigación del Banco de la República y sus colaboradores de la academia, el sector público y privado en la investigación “Casa Grande Caribe” al identificar las áreas en que la región debe orientar la inversiones para superar los rezagos, con sus posibles fuentes de financiamiento y mejoras en la calidad del gasto para el cumplimiento de las estrategias. El Departamento de Bolívar debe esforzarse por mantener o mejorar su puesto en el ranking de competitividad nacional, sin perder el énfasis en el componente de capital humano para cumplir con los ODS.
Adenda: el coronavirus deja de presente que la probabilidad de la extinción de la humanidad es real y alta. Citado en un artículo por la revista Semana el filósofo Toby Orb, autor de la obra “The precipice”, expresa haber una posibilidad entre seis de que la vida o la sociedad en su forma actual no lleguen a finales del siglo actual y las razones son influenciadas por el hombre con las opciones de la inteligencia artificial -AI- y las pandemias.
Marzo 15 de 2020