Por Juan Gonzalo Botero Botero (Especial para Revista Zetta 20 años).- Hace ya nueve años largos Colombia enfrentó una de las temporadas invernales más severas de su historia. En esa época me desempeñaba como Director Ejecutivo de Cormagdalena y me tocó ver la tristeza y la angustia en la cara de muchos compatriotas que por efecto de la creciente del río Magdalena lo perdieron todo. Fue tan crítica que el río alcanzó niveles de 10.4 metros en Calamar (Bolívar). Para que se den una idea la cota máxima de inundación en Calamar es de 8.2 m; es decir sobrepasó en 2.2 metros la misma. Los caudales medidos en Calamar alcanzaron los 18.000 metros cúbicos por segundo cuando el promedio es de 8.200. Y aunque fue un fenómeno nacional tuvo un efecto devastador en la vida de muchos colombianos.
En la misa virtual de hoy, el Padre Edgardo Bernales recordó una anécdota que viví y que como a él a mí me llegó al corazón. En un ejercicio que se realizó con comunidades del sur del Atlántico se les pidió a los niños que dibujaran la forma en que ellos veían a su pueblo, a su localidad y a su familiar. Impactó y fue noticia una niña que dibujo su pueblo y que en el dibujo coloco la frase que titula este escrito: «Nada será igual, todo será mejor».
Y porqué lo traigo a colación, porque estoy seguro que cuando todo esto pase nada volverá a ser igual, ¡estoy seguro que todo será mejor! Esto nos obligará a volver a nuestras raíces, a valorar a nuestros abuelos, nuestras familias y a nuestro planeta.
Entenderemos que va a ser más importante destinar plata para tener más médicos, mejores hospitales y menos soldados, fusiles y armas. Que es mejor un planeta limpio, sin contaminación al panorama que veniamos desarrollando.
En el 2010 las aguas bajaron, se recuperaron viviendas, se reconstruyeron pueblos, veredas y corregimientos; ¡pero no aprendimos!
Hoy el golpe es al mundo que nos devuelve a nuestras raices, que nos está diciendo que es hora de cambiar el modelo consumista y las prácticas contaminantes. Ya tendrán que venir las estrategias para ello; no las menciono porque me haría muy largo.
Quiero simplemente llegar a ustedes que están en su casa, en su hogar solos o con sus familias para que como esa niña, que había perdido todo, se refugien en Dios (sea cual sea su religión) y piensen que cuando todo esto pase ¡NADA SERA IGUAL, TODO SERA MEJOR!
¡Un abrazo!