El concejal Wilson Toncel declaró que prefiere recibir insultos que quedarse callado ante las inconsistencias de la administración de William Dau, y denunció el trato discriminatorio contra las bancadas que se declararon independientes, frente al trato preferente a la bancada de gobierno.
Toncel reaccionó así a los insultos proferidos por el alcalde en la sesión virtual de clausura de las sesiones extras del Concejo.
(( Ver: Ignominia con Cartagena: Dau se trenza en groserías con el Concejo, en plena emergencia. https://revistazetta.com/?p=35302 ))
COMUNICADO A LA OPINION PÚBLICA
Con mucha tristeza clausuramos hoy el primer periodo de sesiones extraordinarias del Concejo Distrital de Cartagena, en donde la mayoría de los cabildantes nos sentimos discriminados por parte de la administración, en cabeza del alcalde William Dau Chamat, dado que hemos percibido que solo tiene en cuenta a los concejales pertenecientes a partidos declarados “de gobierno” para trabajar en conjunto, desconociendo al resto de los 15 miembros de la corporación y desconociendo la experticia de muchos de nosotros ganada con años de trabajo.
El alcalde Dau está desconociendo que es la misma ley quien le otorga a los concejales la facultad de declararse de gobierno, en oposición o independencia. Y, parece ser, que quienes no nos declaramos a favor de la administración (pero tampoco en contra) estamos sintiendo una coerción con el fin de reducir nuestras funciones como coadministradores, responsables del control político, a pesar de ofrecernos en repetidas ocasiones para ayudar a buscar soluciones a muchos de los problemas que aquejan a nuestra ciudad.
Decía Alfonso X el Sabio: “Los que dejan al rey errar, a sabiendas, merecen pena como traidores”. Y hoy, luego de recibir los improperios de parte del alcalde William Dau Chamat, por cumplir con nuestro deber legal de realizar el control político, ratifico más que nunca nuestra decisión como partido al declararnos en independencia, y a la vez le digo a esos más de nueve mil electores que confiaron en mí, que prefiero recibir esos insultos a callar, en convertirme en su comité de aplausos e ignorar las fallas en las que la administración está incurriendo. Porque mí silencio y la omisión de mis deberes como concejal, podrían ser sancionadas en un futuro por la justicia divina, y causar el rechazo social de quienes confiaron en mí.
Finalmente hago un llamado a la cordura para el alcalde, y uno a la mesura para mis colegas: no nos dejemos llevar por los sentimientos que pueden causar palabras necias, y sigamos trabajando en pro por de nuestra ciudad.