Por Yolanda Wong Baldiris (Especial para Revista Zetta 20 años).- Hoy afirmo que el hambre será el gran socio del Coronavirus y la desesperanza en Cartagena.
Arif Husain, economista, jefe y director de investigaciones, evaluó y monitoreó el Programa Mundial de Alimentos, por ende ha manifestado que el Coronavirus es potencialmente catastrófico para millones de personas que están pendiendo de un hilo, por eso me atrevo a afirmar que lo que se viene presentando en nuestro contexto, corrobora sin lugar a dudas dicha afirmación.
La clase vulnerable de Cartagena, esa que hace parte de la otra Cartagena, aquella que no conocen los extranjeros que llegan a caminar las murallas, bañarse en la playa, pasear el Centro Histórico y subir al castillo San Felipe, hoy en medio de esta crisis que nos acorrala y nos obliga a confinarnos, puedo expresar que por fuerza mayor, desaciertos de la Administración o por otros motivos, no tienen la seguridad alimentaria garantizada, puesto que no existe un banco de alimentos, como tampoco un programa que permita brindarles ese beneficio a esos cartageneros. Hoy vemos con mucho agrado ayudas cívicas y ciudadanas que cubren diferentes rutas de la Cartagena invisible, así como también lo hace el Distrito, pero también es cierto que muchos sectores aun levantan la voz como señal de protesta clamando por esa ayuda humanitaria que ayude a menguar el hambre y a la vez garantice el confinamiento que es justo y necesario.
Resulta muy poco atractivo revisar cuales son las razones de la desobediencia ciudadana en sectores como el Pozón, Nelson Mandela, la Perimetral y otros… pero siendo honestos con el entorno nos toca revisar las cifras de informalidad, turismo e incluso programas sociales con bases de datos que dejan mucho por decir en una ciudad del tan anhelado millón de habitantes. Las variables de ingresos por turismo, la caída de los impuestos, la restricción de entradas a la ciudad, son entre otras las que nos muestran la sensibilidad y notables bajas de las finanzas en los hogares cartageneros. Igualmente no podemos ignorar que la población más vulnerable vive del día a día o del llamado plan rebusque, cosa que agrava aún más la situación debido a la implementación de medidas, tomadas por la situación que nos agobia, una de ellas y las más criticada por algunos comerciantes, es el confinamiento, ya que con cuya medida se busca prevenir en lo posible que se siga propagando agresivamente la Pandemia.
Por último nos asaltan interrogantes como ¿Qué tipo de censo se utilizará para atender la población de obligatorio confinamiento? ¿Se atenderán familias de estrato tres que subsistían de emprendimientos ligados al sector turismo? ¿Cuáles rutas se cubrirá o se le dará prioridad con la ayuda del Estado?
Esta estrategia humanitaria debe ser muy juiciosa y divulgada a la ciudadanía, puesto que todos debemos unirnos y hacer frente a esta crisis sanitaria que atraviesa el Mundo. De lo contrario pagaremos a un precio muy alto la desunión o descoordinación entre la iniciativa ciudadana y la iniciativa del Gobierno. Ese precio elevado será el hambre y sus socios serán vidas inocentes, esas vidas que aun guardan la esperanza de levantarse y seguir haciéndole frente a la horrible noche. Unámonos para ganarle al hambre y sus socios, así mismo resolver los interrogantes que todos nos hacemos ante el confinamiento obligatorio, no son los confinados culpables de su pobreza, ni el Estado del virus, pero si seremos responsables como conciudadanos o Gobierno de las vidas que nos toque entregar para poder saldar al HAMBRE Y SUS SOCIOS.
Yolanda Wong Baldiris.