El virus del protagonismo y la peligrosa automedicación – Opinión de Ana Patricia López

Por Ana Patricia López (Especial para Revista Zetta 20 años).- Como fenómeno curioso en esta pandemia, he visto innumerables videos en redes sociales y diferentes medios informales, de médicos dando recomendaciones de tratamientos para COVID -19, unos con alguna lógica racional, otros bajo la premisa de ensayo y error, basados en resultados de estudios ya sea invitro o de alguna evidencia débil a su favor, supongo que algunos con la loable intención de tranquilizar a la comunidad, pero indiscutiblemente todos con o sin intención fomentando LA PELIGROSA AUTOMEDICACIÓN.

Pareciera que se tratara de un virus de protagonismo, que se combina en su presentación con rasgos de rebeldía a los diferentes sistemas de salud, tanto colombianos, ecuatorianos, salvadoreños, mexicanos, brasileros, en fin de múltiples nacionalidades; han dejado de lado varias de las cátedras del pensum de medicina entre ellas: farmacología, investigación, epidemiología y sobre todo ética médica, y se han lanzado a la ola de hacer efímera historia en redes sociales.

Los médicos somos seres humanos y no pretendo que nos abstraigamos de los miedos, el agotamiento físico, la desesperación, que una pandemia de esta magnitud, como ha sido COVID 19, produce en todas las personas, sin embargo a mi criterio, nada justifica que equivoquemos los medios adecuados de comunicación ni con la comunidad científica, ni con la comunidad de profesionales de salud y mucho menos con los ciudadanos, a los que llegan estos mensajes esperanzadores, sin NINGUNA EVIDENCIA RAZONABLE, y en su mayoría totalmente alejados de  los protocolos aprobados por el gobierno para la atención de los pacientes covid; no olvidemos que muchos  de ellos son  pacientes de múltiples y diversas comorbilidades (varias enfermedades) y la formulación de estos medicamentos podría empeorar su situación, ¡ni qué decir de la automedicación!

En general estos mensajes dan la sensación que los gobiernos están atrasados en la implantación y aprobación de protocolos, y que ellos son la opción para atender de manera más expedita esta pandemia, pero se olvidan que también están las sociedades científicas, que a diario están documentando y exponiendo comunicados con los avances positivos y negativos de los estudios a nivel mundial de cada uno de los medicamentos que hasta ahora conocemos podrían tener algún beneficio para la atención de los pacientes en sus diferentes estadios de enfermedad. Por tanto, nada justifica que profesionales de ciencias de la salud tiren por la borda todos los métodos científicos de investigación existentes, por protagonizar likes en redes sociales jugando con la esperanza y el bolsillo de tantos ciudadanos.

Quiero recordarles a mis colegas que cada medicamento que se encuentra en el mercado y autorizado por el ente regulador, en nuestro caso INVIMA, tiene una autorización expresa de uso y dosis, lo cual obviamente no es caprichosa, que para el manejo de la pandemia, el Ministerio de Salud con el apoyo de las sociedades científicas de las diferentes especialidades médicas, han aprobado protocolos de atención y que en su mayoría el uso de determinados medicamentos solo están autorizados en ensayos clínicos estructurados por ejemplo Invermectina, Remdesivir, Interferon, Plasma convaleciente, y que otros ampliamente difundidos como Hidroxocloroquina y Azitromicina han salido del SOLIDARITY, el mayor ensayo clínico contra el coronavirus realizado por la OMS en 10 países  y de todos los proyectos clínicos porque existe suficiente evidencia que no tienen efectos contra  el virus, pero si efectos adversos en el sistema cardiovascular; luego entonces ¿por qué insistir en ellos?

Nuestro ejercicio médico está regulado por las normas que rigen el sector y la vocación de servicio no puede superar nuestra propia condición, la cual exponemos cada vez que apoyamos el sin número de videos circulantes y formulamos, sin el lleno de los requisitos, tales medicamentos.

A su vez los invito, como profesionales independientes y como miembros de una organización de salud, a redefinir los criterios de ingreso a UCI en pacientes con covid y a ajustar los protocolos incluyendo en los mismos elementos médicos como  Score NEWS y/o q-SOFA, demográficos, epidemiológicos, priorizando por recuperabilidad y tomando en cuenta la decisión del paciente y/o familia; toda vez que si la pandemia tiene la evolución que los expertos epidemiólogos han establecido, en poco tiempo las camas serán insuficientes y estaremos en situación de crisis con baja oferta de unidades, con ingreso discrecional a UCI de pacientes, estando abocados a otro dilema ético: ¿a quién se le asignará la cama entre tantas solicitudes?; como quien dice el dilema ético de a quien salvarle la vida.

Como médica conozco la complejidad de los temas que hoy abordo en este artículo y la gran dificultad que representan las decisiones cuando se está en el frente de acción; entiendo desde lo humano y desde lo profesional toda la buena fe y esfuerzo que el equipo de  salud hace; como abogada  conozco las implicaciones y alcances que una acción legal puede tener tanto individual como institucionalmente por una demanda de responsabilidad médica de un paciente con daño en su salud o pérdida de la vida y en ese momento, cuando estemos en los estrados judiciales, nadie se acordara de los videos en redes, del exceso de trabajo al que fue sometido el personal, de la falta de elementos de protección personal. de la falta de capacitación y actualización permanente en los protocolos como responsabilidad del estado, de la deficiencia de recurso humano frente a equipos sobre los que no han recibido adiestramiento, de la insuficiencia de camas de cuidados intermedios e intensivos; en ese momento el paciente y su familia serán la parte más vulnerable del proceso aunado a que hayamos permitido que nos mal llamaran “héroes” (los héroes no se equivocan) y una actuación o formulación no soportada científicamente podrá acabar con el prestigio y el patrimonio construido por muchos años de ejercicio profesional.

Por supuesto a todos los ciudadanos, en especial a mi querida comunidad cartagenera, mi recomendación es NO AUTOMEDICARSE.

Pero ante el dilema de hacer algo en lugar de no hacer nada, ¿qué podemos hacer? Convencida del interés de muchos profesionales comprometidos y deseosos de ofrecer alguna alternativa a sus pacientes en lugar de dejarlos a su suerte porque en COVID hay mucho por decir y hacer, y no está la última palabra escrita, pues bien tengan presente que una adecuada, fluida y trasparente relación médico-paciente-familia, el consentimiento informado bien diligenciado, protocolos autorizados y aprobados de admisión y manejo, la construcción de criterios basados en la capacitación permanente y actualizada tanto de fuentes nacionales como internacionales científicamente aceptadas, y aplicar siempre el principio ético de NO MALEFICIENCIA, “no hacer daño”, en lugar del de beneficencia paternalista, son las herramientas que me atrevo a recomendar para que cuando pase la oscura noche de la pandemia podamos descansar en paz y no vernos abocados al auto juzgamiento ético o a un proceso judicial que prolongue los estragos de la misma.

Ana Patricia López

Agradecimientos a mis compañeros promoción 96 de Medicina U de C cuyo debate motivó esta columna y en especial a la Dra. Claudia Díaz por su apoyo incondicional.