Con brillantes luces se realizó la osada presentación del picupk El Imperio en el Teatro Adolfo Mejía, que gracias al control social recibió algo de compasión a pesar de la temeridad de la directora del IPCC y promotora musical Saia Vergara, quien nunca despejó la densa nube de interrogantes que impidió ver la pregonada transparencia de la adimistración Dau.
No se vio nunca la póliza de garantía ni el documento que privilegió la relación IPCC-Imperio, aunque si una foto de un instante donde aparentemente se respetó por un momento el nivel de decibeles que debió soportar el TAM.
Hoy el IPCC exhibe con orgullo la vergüenza de ufanar el equívoco como norte, la temeridad como pauta y graduar de patrimonio a una máquina, no a un género, bajo la soberbia desde la que se descalifica a la prudencia y responsabilidad con remoquetes inaceptables y desviados como “racismo, clasismo y aporofobia”. ¿Y la transparencia? Brilló por su ausencia.