Por Carlos Féliz Monsalve (Especial para Revista Zetta 20 años).- La semana nos sorprendió con tu triste partida, Néstor. Tan profundo y desgarrador es saber que no estarás, que mis manos no logran completar una frase sin antes intentar comprender lo que está pasando. Si es duro para mí, no logro imaginar como será para tu familia, hijo ilustre y bien formado.
Vives y vivirás en el recuerdo de cada uno de los que tuvimos el placer de compartir contigo. Y lo digo, y no porque no estés, pero tu sencillez y humildad hacen que este trago amargo sea más difícil de pasar. Entender los designios de Dios a veces es complejo para nosotros por ser tan elementales, pero estoy más que seguro que su gracia y obra es perfecta. Amigo, hoy eres un ángel más en el paraíso de nuestro señor.
Hoy todo un pueblo te llora. Se paralizó la región momposina, e incluso en todos los rincones del departamento se escucha un eco de soledad y nostalgia por esta pronta e irreparable partida. Tengo claro que tu misión fue cumplida, y como un buen soldado, fuiste llamado a liderar otras causas.
Te bastaron solo 32 años para prestarle muchos y valiosos servicios a tu gente. Por eso, tu duelo es más que un justo motivo para honrar tu memoria.
Exaltarte no es un elogio, pues, referirme a ti como un gran líder juvenil, o como un excelente ser humano, es tratar de condensar en una línea todos esas virtudes que te rodeaban y te acompañaban. Seguro estoy que en tu hija, prolongación de ti en este plano, encontraremos tu reflejo.
Fuiste querido por todos, e incluso hasta tus discrepantes ideológicos, hoy no entienden lo sucedido. Qué grande es ver que una persona tan joven deje un legado imborrable que perdurará y se convertirá en una referencia. En lo político, donde por tu vocación de trabajo social te desenvolvías con gran facilidad, nunca manejaste resentimientos. Tu prudencia y sabiduría fueron tus mayores bastiones, en conjunto con tu empatía y solidaridad.
Ni siquiera cuando tu aspiración a la Alcaldía no se concretó, te vi desfallecer, por eso, a pesar de no alcanzar tu propósito, fuiste un ganador, porque los tropiezos o pérdidas forjaron tu carácter, el carácter de un líder.
Interpretando el unánime sentimiento de todos, intento rendir a ti con estos renglones unas palabras que estén a la altura de tu eximio ser, como un sabio homenaje de gratitud y reconocimiento a tus altas dotes de buen hombre.
Por ello, para mí no has muerto, te fuiste a un mejor lugar. Te adelantaste a la gloria eterna, y allá nos volveremos a encontrar, y con un fuerte abrazo sellaremos el ansiado reencuentro, porque siempre serás un hermano invaluable que la vida me regaló, por eso, no te digo adiós, porque solo es un hasta pronto, Néstor.
Infinitas gracias por tanto. Parte tranquilo sabiendo que cuidaremos abnegadamente a tu hija, tu mayor tesoro.
CARLOS FELIZ MONSALVE