Por Ambrosio Fernández (Especial para revista Zetta 20 años).- Anclados a orillas del mar Caribe, fenómenos como las tormentas tropicales o los huracanes no deberían extrañarnos, desde antes del descubrimiento de América los indígenas que habitaban estas tierras daban fe de poderosos vendavales que arrastraban todo a su paso y los europeos en sus primeros viajes al continente evitaban echarse a la mar, precisamente en épocas en los que estos fenómenos eran recurrentes (la temporada de huracanes que hoy conocemos).
La tormenta y la calma son constantes en la vida en los trópicos, una da paso a la otra y hacen parte del ciclo de la vida, la tormenta siempre estará ahí para recordarnos, durante los periodos de calma, que los nubarrones negros en el cielo se avecinan; el problema radica en la falta de preparación que tenemos para afrontar los tiempos tormentosos. En 1988, el huracán “Joan” se formó frente a las costas de La Guajira y realizó un recorrido similar al que hizo hace pocos días Iota, con una particularidad, atravesó Centroamérica por el lago de Nicaragua y en el Pacífico se convirtió en la tormenta “Miriam”. Los titulares de ese entonces también fueron similares, inundaciones del 70% en Cartagena y afectaciones graves en Barranquilla, La Guajira y San Andrés (no tan fuertes como las que vemos ahora)
Luego de “Joan”, el Caribe tuvo la tormenta tropical “Beta”, el fenómeno de La Niña 2010 – 2011, los huracanes “Lenny”, “Mattew”, entre otras. Todos trajeron dolor, pérdidas humanas y sobre todo afectaciones económicas para la región y nuevamente dejaron ver la falta de acción, de preparación y la vulnerabilidad de nuestras ciudades.
Mientras todavía muchos barrios de Cartagena se encuentran anegados por las lluvias del coletazo de Iota, abundan los diagnósticos y los estudios, pero lo cierto es que cada obra que no se ejecuta, cada proyecto que se queda a medias, cada peso que se lleva la corrupción, después será absolutamente necesario para atravesar de una mejor manera el desastre y más en momentos en que el cambio climático provocará que fenómenos como los huracanes sean cada vez más recurrentes y mortíferos en nuestro territorio.
El plan maestro de drenajes pluviales para Cartagena y las obras de protección costera son solo un ejemplo de ello. Ahora se anuncia que se presionará el acelerador para estos proyectos, como si nunca antes hubiera sido necesaria esta infraestructura. El huracán Iota ha roto varios récords en la temporada de huracanes 2020, esperemos que su coletazo pueda romper definitivamente décadas de mala gestión y preparación. Iota nos recuerda que las tormentas son desastres naturales, que se incrementan por cuenta de fenómenos como la corrupción y el mal gobierno, que, a pesar de ser pan de cada día en la ciudad, no son fenómenos naturales.
Ambrosio Fernández
Twitter: AmbrosioFma