Por John Zamora (Director de Revista Zetta).- Cartagena De Indias, 18-02-2021.- Por acomodados, tibios y de descafeinado liderazgo, a los gremios de Cartagena no les pesa la cola.
Podríamos hacer, cual día sin moto, “un mes sin gremios” y veremos que no pasa nada. La ciudad seguirá igual, los proyectos del gobierno nacional seguirán igual, la dinámica empresarial seguirá igual.
Ello explica el por qué un alcalde les dice que aprecia la mano de obra local, y a renglón seguido les restriega lo mucho que le encanta nombrar foráneos.
El pretendido cálculo ajedrecístico con cada gobierno denota la falta de identidad, la crisis de ideas, pero sobre todo, la anemia de espíritu y, como zombies, deambulan sin alma por los temas de ciudad, pulseando cómo ponen a salvo sus intereses, que para ellos son superiores a los de la ciudad.
Las comparaciones son útiles y es provechoso ver lo que pasa con gremios de otros lares, como el ejemplar monolito barranquillero, que sí le pesa la cola y el cuerpo entero. A cada rato ponen ministros.
En la Arenosa tienen un problema irremediable, el calado del puerto, que solo es atenuable con una draga. Miles de millones de pesos se han ido por ese barril sin fondo, y cuidadito alguien se mete. Medio demoran un día sin draga, los gremios protestan y enseguida está la draga de nuevo en faena.
Es solo un ejemplo del consolidado liderazgo que les tomó años forjar, y que tiene un innegable componente sociológico: los “blanquitos” de allá son diferentes a los de acá. Mientras el Carnaval de Barranquilla es una fiesta de todos, en Cartagena las Fiestas de Independencia tienen segmentación. Hay un reinado popular y los “blanquitos” inventaron un reinado aparte en 1934.
En los últimos años, y a consecuencia de la falta de prioridades y unidad, los gremios locales han deambulado por la agenda local abarcando mucho pero sin apretar. Se contentan con esa especie de tribunal donde se sientan con los alcaldes de turno en “Diálogos de Ciudad”, hablan mucho, pontifican con elocuencia, y no hacen nada. Y los alcaldes lo saben, así que les hacen el juego.
Adquirir peso estratégico toma tiempo y constancia, y lo que se aprecia ahora es que seguirá la estricta “dieta” gremial: un comité trémulo, conformista y alérgico a la valentía. (Entre otros cosas, para evitar la ira del pugnaz alcalde Dau; ya Bruce MacMáster sabe lo que es ser insultado por el alcalde actual de Cartagena).
La voluntad de seguir en esa onda grisácea explica el nombramiento como director ejecutivo de un consagrado académico, Juan Camilo Oliverio Calderón, alguien con una brillante hoja de vida, un verdadero “ratón de biblioteca”, pero que nadie conoce fuera de esa burbuja de títulos. Pregúntenle a un ministro o a un director de Agencia Nacional si lo conoce…
Liderar, jalonar, propiciar encuentros, articular, echar pa’lante son verbos rectores para un peso Pesado y no para un Walter Junior, pero así son los gremios de Cartagena, no se puede esperar ni pretender más.
Ojalá salgan de ese mundo exclusivo donde solo ellos existen, y aprendan a convivir con el resto de la ciudad, y a entender que tienen todo el potencial para ejercer un verdadero liderazgo positivo y constructivo, sin mangualas con el poder de turno. Mirar con desdén a los demás, como lo hemos comprobado desde los medios por años y años, solo los aísla y mantiene en confusión, sin peso en la cola.