Caño Viejo, bravura que ilusiona

La cría del toro bravo es el objetivo del ganadero de lidia. Algunos encuentran la fórmula tras muchos años y otros apenas al comenzar, como el caso de CAÑO VIEJO, que se estrenaba en Cartagena de Indias y cuyos dos novillos se distinguieron por una categórica bravura.

Era la primera comparecencia del ganadero Alberto Assis Burgos al frente de la nueva ganadería de CAÑO VIEJO, conformada a partir del encaste Domecq, por lo que no es extraño encontrar pelajes negros y jaboneros, como ocurrió con “Guájaro” y “Payaso”, los primeros de ese hierro en presentar examen ante el público en una plaza de primera categoría.

El primero, un negro de cornamenta algo brocha, distrajo con su continuo mugir, pero a la hora de ir al caballo o perseguir a los banderilleros, demostró acometividad codiciosa, la misma que mantuvo al ir a la muleta, humillando y finado su mirada en el engaño. Fue un novillo pronto y bravo, al que el novillero Andrés Manrique cortó una oreja.

El segundo, un hermoso jabonero, salió pidiendo pelea, corriendo brioso por el albero hasta que se encontró de frente con un mal colocado Andrés Manrique, no teniendo otra opción que atropellarlo e infringirle una espeluznante voltereta, de la cual salió sin un rasguño, milagrosamente. En todos los tercios de la lidia el ejemplar estuvo pidiendo pelea, reclamando una muleta poderosa y mucho más experimentada que la del novel torero, quien echó mano de su valor para seguir al frente del astado luego de tremendo susto. La oreja fue mucho premio para el torero, y poco para el novillo que mereció mayor exigencia, acorde con su exuberante bravura.