Cartagena de Indias, 14 de marzo de 2022.- En los comienzos de la aviación, una de las conclusiones de incipientes investigaciones sobre accidentes aéreos era que, luego de muchas horas de vuelo, el metal con que se construían las aeronaves entraba en fatiga, no resistía la fricción del aire y perdía su rigidez, ocasionado su caída.
Esa fatiga del metal pasa factura. En la aviación se evita con nuevas aleaciones, mejoras tecnológicas y limitaciones a las horas de vuelo. En la política el metal también se fatiga, lo que pasa es que no hay un manual para saber en qué momento hay que dejar el avión en tierra. Alonso del Rio, Daira Galvis y Karen Cure son ahora siniestros políticos.
Buscaron la reelección y se estrellaron contra la escasez de votos. ¿Qué les pasó?
Cada caso se explica de modo distinto, pero tienen algo en común y es que no supieron interpretar el «timing» de su realidad.
Daira Galvis siempre había «guapeado» en medio de las voces que decían que «estaba ahogada», y llegaban las elecciones y aumentaba su votación. Ingresó al Senado en 2007, en 2010 se eligió con 65 mil votos, luego en 2014 pasó a 70 mil y en 2018 subió a casi 74 mil votos. Iba creciendo, y se esperaba tanto igual en 2022. Pero la «fatiga del metal» la precipitó a tierra y con 49.619 votos quedó fuera. Las condiciones cambiaron y los respaldos no llegaron de la misma manera que fluyeron cuatro años atrás. Y Daira quedó esperándolos.
Alonso del Río representa el final electoral de la «Casa García», el emporio político que mantuvo una curul en el Senado por 40 años consecutivos a Juan José García Romero, su esposa Piedad Zuccardi y su hijo Andrés Felipe García Zuccardo. En diciembre de 2020 lo sorprendió el covid, ocasionándole la muerte. Su partida fue tan dura que significó el final del grupo político.
Alonso, su eterno aliado, porfío para demostrar que aún quedaba vida, pero no había caso. Apagada la llama de Juancho García, era difícil reproducir como un «clon» su exclusivo olfato político y su particular método para convencer líderes y asegurar votaciones. Del Río quiso pero no pudo. Era su tercera aspiración consecutiva y sabía, hasta ahora, cómo elegirse, pero siempre con García Romero.
No obstante, además de la falta de Juancho, las circunstancias habían cambiado, el «dominó» se había revuelto, y en sus manos había un doble-seis que no pudo soltar sobre la mesa. Un partido alicaído, unas alianzas poco fértiles con Mira y Colombia Justa Libres, le dejaron todo el peso de la lista. Incluso obtuvo más votos que Fernando Niño, la cuarta curul conservadora, y aunque pasó umbral, no «clasificó» para la cifra repartidora. Alonso se «ahogó».
Karen Cure es una mujer sin vocación política pero atrapada en las circunstancias de su pareja, Giovanni Meza, quien siempre trató de ser el candidato, pero las circunstancias volvían a poner a Karen en el tarjetón. Llegó hace 12 años a última hora a la lista de Cambio Radical en una habilidosa jugada de Hernando Padauí, paro luego reelegirse. En esta ocasión, la fatiga del metal fue advertida hace más de un año, cuando Meza buscó espacios en otros partidos para ser candidato en cuerpo propio y no en cuerpo ajeno, pero no tuvo eco ni en el liberalismo ni en el uribismo. Llegada la hora de las inscripciones, tuvo un acercamiento con la Casa Char que propició el nuevo intento de Karen, solo que esta vez las fuerzas no alcanzaron. Una semana antes de las elecciones ya la campaña estaba clausurada y solo quedaba cumplir compromisos con César Lorduy (a Senado, también se «ahogó») y con otras opciones. La derrota no les sorprendió, y la esperaron mirando el panorama desde el balcón.