Por John Zamora (Director de Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 23 de marzo de 2023.- El “Cachaco” Ramírez es el principal referente de toda una migración que ha legado a Cartagena a construir ciudad. Madrugando todos los días, se abrió campo en Bazurto, expandiendo su actividad comercial, que incluyó, hace 20 años, la creación de Megatiendas. El Cachaco le ha brindado empleo a miles de cartageneros, y ha sido combustible de civismo y liderazgo, tanto en su gremio mayorista, como en la Cámara de Comercio, donde propició la democrática llegada de los tenderos.
Esos son los cachacos que queremos y que se han ganado el gentilicio de “cartageneros”, con un amor por la ciudad que muchos de los natos deberían asimilar.
Pero hay una combo de “cachacales” que realmente son indeseables para Cartagena, como los que viene “importando” el desalmado alcalde Dau. En descarado bembeo al talento local, el jefe neomalandrín ha traído todo un ejército de foráneos que han resultado tóxicos para la ciudad, y han desplazado el trabajo para los nuestros. Además de no conocer ni los barrios ni el modo de ser local, se jactan de una superioridad “aria”, de un tronío inalcanzable en lo moral, intelectual y profesional.
El paradigma es Ana María González, una verdadera vergüenza para Cartagena de Indias. A la luz de los resultados, el cargo de Secretaria del Interior le ha quedado grande, y realmente se le ve “azul” en todos los frentes de su gestión, motivo suficiente para que el Concejo le haga un gran favor a la ciudad y la despida con una moción de censura.
Pero resulta que la altura, dignidad y decoro de su rol público son ignorados deliberadamente por el estos funcionarios que no funcionan, quienes acuden a un inagotable repertorio de barbaridades que ya a nadie sorprenden.
Carentes del más mínimo sentido del decoro, no tienen vergüenza, y salen todos los días a restregarnos su incapacidad maquillada de superioridad.
La más reciente malandrinada es decirnos, despectiva y jactante, que somos “provincianos”.
Si. Ella, ¡oh ser supremo!, que viene de Bogotá (¿Claudia, la conoces?), lo dice con la seguridad de quien se posa oronda sobre la supremacía étnica. Ella, que levita, resultó ser, oh, un ser supremo.
Pero su espontánea voz, con aroma de insulto, desconoce que un provinciano como Rafael Núñez presidió cuatro veces a Colombia y puso la letra del himno nacional; un provinciano desconocido al que le dicen “Gabo”, ganó un premio Nobel de Literatura; unos provincianos hicieron la música que identifica a Colombia como Joe Arroyo, Lucho Bermúdez, Carlos Vives o Shaquira… un provinciano como el “cachaco” Fernando Botero es el pintor y escultor vivo más importante del arte mundial… y así, una carrandanga de ejemplos, para que la Doña Pelo Azul no se las tire de alienígena.
Escucha Ana María: Seremos provincianos pero no sinvergüenzas. Alguien con un mínimo de decoro nunca acompañaría a un alcalde tan inepto como William Dau. Alguien con cierta dignidad sabría que renunciar es admitir, con sensatez y madurez política, que la camisa le quedó grande. Pero no. Estamos hablando de Ana María, oh ser supremo, aúlica de Dau, seres sin vergüenza alguna, quienes nos tienen contando cada día que falta para que se vayan: 283 días. Oh, 1 de enero, ven, ven, ven.