Por Eduardo Pertuz (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 16 de julio de 2023.- Casi todos podemos recordar todavía la marca ficticia “A.C.M.E” en la serie de dibujos animados Looney Tunes, especialmente utilizada por el Coyote contra el Correcaminos; en cada capítulo veíamos al Coyote utilizar sin éxito esta marca de productos de todo tipo, que a menudo se volvían en contra o fallaban, generando situaciones cómicas.
Les abono a Wile Coyote, a Elmer Gruñón y Marvin el Marciano intentar atrapar al conejo Bugs Bunny, usando la marca “A.C.M.E” y siempre fallar en sus intentos una u otra vez, y pese a que seguían insistiendo con perseverancia, nunca desfallecieron.
Muchas veces utilizamos esta famosa marca como herramienta al enfrentar retos y situaciones de la vida con los mismos errores, debilidades, egos, complejos, carencias, traumas, en un ciclo permanente, sin solución y crecimiento.
Como en el Mito de Sísifo, donde una reunión de dioses decidió un castigo único, a lo cual no lo podría burlar el Rey de Éfira, antiguo nombre de Corinto. El castigo consistía nada menos que en empujar sobre una pendiente empinada una gran roca, y al llegar casi a la cima, la roca volvía a su posición original, una y otra vez, hasta el fin de los tiempos.
Un trabajo estéril, inútil, sin frutos, una aparente pérdida de tiempo sin una razón distinta al castigo.
Este mito ha estimulado la imaginación durante siglos de grandes pensadores, tratando de explicarlo, Un ejemplo es el “Mito de Sísifo”, un ensayo del filósofo francés Albert Camus, publicado en 1942. Bien daría para una tertulia, acompañado de un buen vino tinto.
Mi punto de vista sobre Sísifo: La roca tiene un significado que podrían ser los errores, defectos e imperfecciones en nuestra conducta, pensamientos, ideas y dogmas.
Sísifo se hubiera librado del castigo, utilizando herramientas para trabajar, puliendo su piedra, o sea sus “defectos”, y si acaso las utilizó, creería que fueron de la marca “A.C.M.E”.
Cada uno carga su propia piedra de Sísifo, a diferencia de él, ningún dios nos ha castigado. La subida empinada sería la vida misma, y si uno le da sentido, podría bajar su inclinación para hacerla más fácil; el cincel representaría la determinación y fuerza para tallar; el martillo, el conocimiento libre de ataduras, dogmas; solo así se lograría aminorar el peso de la roca hasta vencer el castigo.
Concluyo con una frase de Píndaro utilizada al inicio del ensayo de Albert Camus: “No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible”.