Por Ambrosio Fernández (Especial para Revista Zetta).- Un nuevo barrio ha nacido en Cartagena, casi que ha brotado de la tierra, en medio del desorden urbano y la falta de autoridad que reina en la ciudad y en el país, este nuevo espacio ha sido denominado “Gustavo Petro”. Lo que en otro escenario debería ser un motivo de celebración, porque significaría un nuevo desarrollo urbanos para atender la falta de viviendas, en esta ocasión deja grandes preocupaciones y sobre todo, sigue sentando precedentes bastante inquietantes para el futuro.
El barrio “Gustavo Petro”, ubicado en la vía a Mamonal, en un lote perteneciente al Ministerio de Minas y Energía, fácilmente puede ser el epítome de la sociedad y el Estado colombiano. Por un lado, la capacidad de los ciudadanos para adaptarse a las dificultades, pues este asentamiento, en un abrir y cerrar de ojos, ya tenía lotes repartidos y toldos casi que armados. Por otra parte, la inoperancia de los gobiernos, pues ha sido casi exigua la reacción estatal ante la invasión de predios; a lo que hay que sumar la aparición de manos inescrupulosas que seguramente se aprovechan del desespero de muchos por intentar darle techo a los suyos.
Gran parte del conflicto o de los problemas que hemos vivido, en por lo menos 60 años, se debe a la lucha por la tierra y la nula presencia del Estado en los territorios, lo que ha sido aprovechado por guerrillas, paramilitares y narcotraficantes para hacer las veces de autoridad y para enarbolar las banderas de la guerra en busca de tierras fértiles. Sin embargo, el lote que fue invadido no se encuentra en las periferias de la geografía nacional o en una zona de difícil acceso, está ubicado en una de las áreas industriales de mayor importancia para la nación y en una de las ciudades más importantes de Colombia.
Lo que inquieta es precisamente eso, como este tipo de espacios parecen consolidarse como republiquitas independientes ante el silencio de las autoridades. Aspectos como el respeto por la propiedad privada (en este caso pública al ser un predio del Estado) quedan desdibujados ante este tipo de situaciones. De acuerdo con la Secretaría del Interior de Cartagena, a pesar de patrullajes y acciones, el Ministerio de Minas, principal doliente de esta problemática, no se había apersonado del tema.
Gobernar es hacer y precisamente eso es lo que le falta al gobierno de William Dau, quién parece dar por sentado que con su discurso belicoso solucionará los problemas de Cartagena. Mientras el alcalde distrae con su estilo polémico, muchos proyectos se encuentran pendientes de ejecución en la ciudad, objetivos que sin duda podrían resolver muchos de las necesidades de familias vulnerables, crece la desazón entre los ciudadanos porque en cualquier momento, en cualquier espacio, público o privado, podría aparecer una invasión.
Cartagena ahora parece tierra de nadie.