Por Ambrosio Fernández (Especial parea Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 17 de octubre de 2023.- Definitivamente el gobierno de Gustavo Petro no ha cumplido con muchas de las promesas que prometió en campaña. La ilusión del cambio, tan necesario para Colombia, no arranca, pero además de eso está repitiendo los mismos errores o las mismas tácticas de los gobiernos de derecha que tanto criticó. La respuesta a esta crisis en la que cada vez parece hundirse más Petro, no son estrategias de mejora, planes de acción o los populares “timonazos” que se dan en política, por el contrario, la actitud del presidente y de sus seguidores, es seguir en las mismas y hacernos creer que todos estamos equivocados, menos él.
Mientras que el orden público se deteriora, la economía tiene pobre desempeño, la amenaza de un racionamiento de energía está a la vuelta de la esquina, hay listados de medicamentos agotados en el país, los proyectos de infraestructura pierden ritmo de ejecución, entre otras, Petro sigue sumergido en densos discursos, que aunque enumeran algunas verdades sobre la compleja situación nacional y mundial y las enormes brechas sociales que enfrentamos, no dejan de ser solo palabras que se lleva el viento. Pero como si fuera poco, el primer mandatario está empecinado en ser un palo en la rueda en sectores o iniciativas que funcionan medianamente bien. Muestra de ello es que el llamado gobierno del cambio ha pretendido detener importantes proyectos como el metro de Bogotá, una deuda histórica que se tiene con la capital.
La idea de Petro, de realizar al menos una parte de la primera línea de metro como un subterráneo, a pesar de que el proyecto se licitó y entregó para hacer un recorrido netamente elevado o a nivel, ha suscitado una pelea de grueso calibre entre Claudia López, alcaldesa de Bogotá y el presidente. Claudia, que ha vivido tiempos de amores y odios con el burgomaestre, se ha convertido en una talanquera para los deseos de la Casa de Nariño.
Pero la capital no es la única ciudad o región que tiene proyectos que no son del agrado del presidente y por ende los cartageneros también debemos pensar en elegir una figura, que antes que compartir el lenguaje populista de Gustavo Petro, haga las veces de contrapeso a la hora de defender los intereses de Cartagena, en especial con proyectos que ya se encuentran andando y que, a pesar de los matices, significarán un gran avance para el Corralito de Piedra y para Bolívar.
Cartagena necesita de un alcalde, que en medio de tanto palabrerío que abunda en la política colombiana hoy en día, sea capaz de sentar al presidente e impulsarlo para que cuando ponga sus ojos en la ciudad no sea solo apunta de discursos, sino que ejecute y lleve proyectos a feliz término. Dumek Turbay podría ser una gran garantía para esto.