Análisis de John Zamora (Director de Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 10 de marzo de 2024.- Hablando en términos institucionales, esta es la primera foto amable entre el Concejo y el Ejecutivo en cuatro años: inusual, sonriente Mesa Directiva y el alcalde de Cartagena. A diferencia de los último cuatrienio, la imagen no refleja ni la perdedera de tiempo indigna para la ciudad, ni la baba rabiosa rebosando los colmillos del mandatario de turno, ni el aturdimiento de una corporación desorbitada.
El lenguaje criminoso y pugnaz del inepto y fatídico William Dau, con su actitud beligerante y pendenciera, cambió por la decencia de un mandatario educado y con madurez política para enviar un mensaje de unidad y sacar a la ciudad del abismo al que fue conducida.
Dumek Turbay ha tejido una relación respetuosa con el Concejo desde su elección: recordar el encuentro con Javier Julio, segundo en las urnas del 29 de octubre, tras una campaña altisonante.
Mientras a Dau el Concejo le aprobó el 90% de sus iniciativas en cuatro años y a cambio recibió las dentelladas de un perro rabioso, la respuesta y el trato recibido de Dumek Turbay ha sido dignificante. Sus dos primeras iniciativas, la Secretaría de Turismo y el instituto Comunal, pasaron los debates sin despeinarse, y ahora llegan al Despacho para su correspondiente sanción.
Pero el proyecto de más «carne» sin duda fue la incorporación de casi $600 mil millones que el inepto de Dau no supo, o no quiso, invertir en la necesitada Cartagena.
Lo que son las cosas de la vida: tanto que ha detestado Dau a Dumek, tanto que lo ha perseguido, tanto que lo ha acusado de todo, y le dejó semejante «herencia», que sin duda el actual alcalde estará aprovechando de inmediato, tal como lo ha anunciado: obras y más obras en todos los frentes.
Evidencia del buen tono entre Concejo y Alcalde, el presidente de la corporación, David Caballero manifestó: «Este primer periodo de sesiones es la muestra de que el trabajo en equipo y en unión nos permite crecer y avanzar. Hoy el buen diálogo y la unión y el buen trabajo en equipo nos ha permitido en tan solo un par de meses regalarle a la ciudad acuerdos que permitan materializar importantes proyectos para disminuir la brecha social y la desigualdad”.
Queda comprobado que el discurso de odio y división no funcionó ni para Dau ni para la ciudad; que eso de creerse juez superior de la moral (teniendo la cara bien sucia y la conciencia bien retorcida) solo trae vanidad vacua, y que la ciudad nunca necesitó un alcalde pero nunca delirante, insultante, ineficiente e inoperante, sino todo lo contrario, un alcalde como Dumek: exigente, actuante, ejecutante, convergente, brillante, decente, convocante y determinante.