Por Juan Carlos Gossaín Rognini. (Publicado en su cuenta X @JCGossain). 26 de junio de 2024.- Muchos preferirán callarse y no meterse en problemas. César Rincón en un momento de la historia le dio lustre y gloria a nuestro país, no hizo nada malo, no es un criminal. Dicho esto, los tiempos cambian, es cierto, y con ellos los gustos y aficiones. Hoy el activismo anti taurino ha logrado avances importantes contra lo que consideran una tradición cruel, incluyendo una ley de prohibición para corridas de toros. Hasta donde ha sido publicado, por más que no la compartan, aficionados, empresarios y profesionales de esa actividad están respetando la nueva legislación. Nada de agredir ni amenazar a los animalistas ni a quienes legislaron. En cambio, montados en una plataforma de superioridad moral propia de nazis, de fanáticos traumados, de bandoleros con placa de sheriff, una montonera de salvajes pitecantropus ha salido a cobrar factura de la manera más obtusa y canalla, derribando estatuas y como ya es habitual justificando el peor de los lenguajes contra quienes sienten de manera honesta en sus fueros íntimos un afecto por la fiesta brava. Aquí no se trata de darle razón a estos últimos. El asunto fundamental es, cómo se ha venido mostrando en la última década, que hay un nuevo orden con trámite de violencia incluido, para irse contra lo que cierta agenda progresista vaya considerando y destrozarlo de la forma y con los medios que así lo consideren estos fanfarrones morales. Se le grita y escupe delante de sus familias a políticos que van por la calle, se censuran y cancelan conferencistas en universidades, se destrozan monumentos históricos, se arroja pintura contra obras de arte inestimables, boicotean eventos deportivos, satanizan empresarios, distorsionan los acontecimientos de la historia, arremeten contra actores, músicos, escritores o cualquier celebridad que no les de la razón, y claro, convierten en sujetos despreciables a quienes nunca lo han sido, como están haciendo ahora contra el maestro César Rincón, un hombre que jamás ha dado de que hablar por fuera de los ruedos donde se ganaba la vida. Dos observaciones para terminar. La primera, no saben estos depredadores sociales que su agenda de correccionismo avanza tan rápido y cada día con nuevas variantes, que más temprano que tarde irán por ellos algunos de sus viejos cómplices. La segunda, va siendo hora, y lo digo con el lenguaje del quijote, de responderle a todos estos “hideputas” de la misma manera.
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