Por Eduardo Pertuz (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 8 de agosto de 2024.- (Fotografías Dr. Eduardo Pertuz).- Siempre se ha dicho que al finalizar una jornada, debe haber una reflexión, un aprendizaje diferente al habitual; hoy se salvó el día.
Con el propósito de atender a unos amigos, fuimos al Jardín Botánico de Cartagena, un espacio que me encanta por su flora y fauna; bellos árboles, cientos de insectos, hongos y ojos de agua pura brotando de la tierra. Siguiendo los senderos que están bien señalizados, debemos estar muy atentos a nuestro alrededor, nuestra visión nítida necesita enfocar un punto específico en el panorama, lo demás es visión periférica, por lo tanto escaneamos cada centímetro del terreno para detallar todo, y es así como encontré un hermoso hongo que no conocía: «el copa rosada», una oruga negra con cabeza roja de donde se origina una polilla, y un insecto bellísimo capaz de hacer un movimiento de galanteo con sus patas traseras; su cuerpo tenía un trazado como el del «sombrero vueltiao», seguramente se inspiraron en él…
Un día desperdiciado es vivir sin novedades, en la rutina. Solo tú decides qué experiencias vives: un buen libro, tertulias agradables, cafés con conversatorios, contacto con la naturaleza, amigos con propósitos. La vida cotidiana es tan tediosa, que estos exquisitos momentos avivan el espíritu y dan sentido a este espacio tiempo.
Otra vez más, entre la rutina de la ciudad, guardaré en mi corazón lo experimentado como ¡combustible de vida!
Desde ya, estoy pensando a donde será la próxima aventura.