Cartagena de Indias, 29 septiembre de 2024.- En Cartagena, entre sus alegres calles y el vaivén de la vida diaria, existe un rincón que ha resistido al tiempo y las modas culinarias: el negocio de los patacones bajo el afamado y siempre eterno Palito de Caucho. Este puesto, hoy a cargo de Hamilton Ramírez Contreras, es un emblema de la gastronomía cartagenera. Su historia se remonta a 1944, cuando Juana Ramírez Barón, una matrona de la ciudad, decidió combatir la pobreza con lo que tenía a mano: plátanos, aceite y un sartén.
Lo que comenzó como una forma de supervivencia se transformó en un legado familiar que ha pasado de generación en generación. Hoy, el negocio de los Ramírez no solo alimenta a sus fieles comensales, sino que también sostiene a seis familias, unas 15 personas que dependen del éxito diario de los dorados y crujientes patacones que despachan con orgullo a clientes locales, nacionales y extranjeros.
Por primera vez, este icónico negocio participará en un festival gastronómico: el Festival del PataCón, que se celebrará los días 11, 12 y 13 de octubre, bajo la dirección del chef e influencer Edd Cabarcas y con el apoyo de la administración de Dumek Turbay. Un evento que promete convertirse en un hito para la ciudad.
“Es un honor para nosotros llevar el sabor de nuestro patacón a un festival de este calibre”, comenta Hamilton, quien ahora lidera el negocio junto a su tía Manuela Ramírez y Mendris Contreras, su madre. “Significa mucho porque nunca habíamos participado en un evento como este”, añade con entusiasmo.
El secreto del éxito del patacón de los Ramírez está en el adobo especial, una receta que solo ellos conocen y que ha sido transmitida de boca en boca en la familia. Los plátanos, traídos desde Montería, Córdoba, son seleccionados con esmero, y el resultado final es un patacón tan crujiente y sabroso que se ha ganado el corazón de los cartageneros y de quienes visitan la ciudad.
En el Festival del PataCón, los asistentes podrán disfrutar de esta delicia que forma parte del alma de Cartagena. Será una oportunidad única para rendir homenaje a un plato sencillo pero profundo, que como el negocio de los Ramírez, está lleno de historia, esfuerzo y sabor. ¿Quién no ha probado los patacones del Palito de Caucho?