¡Señor alcalde! – Análisis de John Zamora

Cartagena de Indias, 11 de noviembre de 2024.- Las Fiestas de Independencia, como otros asuntos de la ciudad, han vuelto a brillar (incluso bajo los aguaceros). La gente volvió a acudir masivamente y los jolgorios populares estuvieron prendidos desde la víspera del bando hasta la coronación de la Reina Popular.

Desde los preludios se vivieron días de intensa programación festiva, donde se rescató esplendorosamente el viejo desfile de balleneras, ahora desfile náutico, para que volviéramos los ojos sobre nuestra bahía, la cuna y razón de ser de Cartagena de Indias.

El gobierno departamental, con Yamil Arana al frente, por vez primera se sumó al organizar el “Bolivar 1600” y taquear la plaza de la Aduana dos noches seguidas.

Los eventos trataron de respetar la puntualidad, ofrecieron variada oferta musical (aunque con lunares como el del desconocido “Hamilton”, que pasó del anonimato al desprestigio), y  contaron con robusta participación de los actores festivos locales y del Caribe.

El sector privado (comercio, industria, turismo, puerto) dejó la indiferencia de otros tiempos y se vinculó activamente con su fuerza laboral, extendiendo la buena atmósfera para la recuperación del brillo de las Fiestas.

Según la Secretaría de Hacienda Distrital, más de $20 mil millones se movieron en la economía local, un indicador de todo lo que se dinamiza en torno a una fiesta popular: confección de vestuario, logística de eventos, transporte público, oferta gastronómica y hotelera, licores…

El regreso del esplendor de las Fiestas de Independencia, donde se enmarcó la nueva iluminación de las Murallas, está ligado directamente a la confianza popular en su gobierno, que se comprometió en realizar las “mejores fiestas de la historia” y supo encausar el sentimiento con el lema “la fiesta que nos une”.

Con Dumek Turbay no hay espacio para mamadera de gallo, mediocridad ni improvisación (llegó y derribó Aquarela), y la “balurdería” reciente fue reemplazada por una estantería de claridad conceptual y vigor organizacional encabezada por Lucy Espinosa en el IPCC y un equipo comprometido y eficiente donde resaltó la gerente de las Fiestas, Alejandra Espinosa.

Logro gigante fue el recuperar la confianza de los actores festivos y de los cartageneros, lo que se evidenció en la masiva concurrencia a eventos, y disminución de la “guachonería” de otros tiempos. Estar de fiesta no es licencia para la atracadera ni para desmanes, un cáncer que no pudo ser extirpado pero sí bastante arrinconado.

Lo que era motivo de “éxodo” y vergüenza, ahora es vitrina cultural y folclórica, y las nuevas Fiestas de Independencia se encumbraron como referente auténtico de Cartagena de Indias, lo que invita a evaluar para mejorar. Ya avanzamos bastante en logística, artistas invitados, participación cívica, pero la asignatura por aprobar es el componente histórico – académico, para que las nuevas generaciones y las actuales tengan bien claro qué celebramos: nada mas y nada menos que la Independencia de la Corona Española.

Las críticas de los nostálgicos del perrateo son el mejor indicador para señalar que vamos por el camino correcto, lo que confirma que en el acápite festivo se obtuvo altísima nota.

Era necesario e importante que fuera así, porque es un aspecto de la vida cartagenera que necesitaba ser recuperado, y que contribuye a afianzar esa visión de transformar a la ciudad en todo sentido, como promete ser como el nuevo Chambacú, el nuevo malecón, el intercambiador vial de la Carolina, el transporte acuático, el alcantarillado de Bayunca, el corredor de Carga, y, en general, todas las obras del crédito autorizado por $1.5 billones.

Desde luego, hay aspectos donde el gobierno debe trabajar con renovados bríos en materia de seguridad ciudadana, movilidad y modernización administrativa, aspectos que registran frecuentes traspiés, pero cuya herencia acumulada es difícil de sortear.

Han pasado diez meses y once días desde su posesión, y es innegable que Cartagena de Indias con Dumek Turbay es otro cantar. ¡Todo un señor alcalde!