Por José Ricardo Bello Espinosa (Director de Revista Córner – Especial para Revista Zetta).- Al llegar a la quinta fecha de los cuadrangulares finales, las esperanzas siguen vigentes para Real Cartagena, que se juega el todo o nada ante Llaneros Fútbol Club en el estadio Jaime Morón. Es “el todo” porque, de ganar los tres puntos, mantendría viva la ilusión; de lo contrario, tocará pensar en la temporada 2025.
Aún se mantiene la expectativa de que, como local, se logren los tres puntos y que en el último partido ante Orsomarso también se consigan otros tres, esperando además resultados favorables en calidad de visitante, donde el saldo ha sido negativo.
La buena voluntad de los gobernantes Dumek Turbay y Yamil Arana, complementada con la gestión de los directivos del Real Cartagena, debería verse reflejada en los resultados. Sin embargo, el funcionamiento del equipo bajo la dirección técnica no ha sido efectivo. A pesar de contar con una nómina de experiencia, no se han cumplido los objetivos. Primero, se habló de ganar el torneo bajo el extinto Alberto Suárez, y luego con Sebastián Viera. No se logró el “punto invisible”, y ahora el equipo está al borde de quedar fuera de la fiesta final.
Aunque no es momento de buscar culpables, ya que la posibilidad de clasificar sigue viva, es claro que el engranaje colectivo y la lectura técnica de Viera no han sido suficientes. Esto podría atribuirse a que es su primera experiencia como director técnico. Por su parte, los aficionados se cuestionan por qué “Pitillo” Salcedo, quien fue fichado para solucionar el problema de goles, no es titular.
Curiosamente, Real Cartagena pasó de ser la defensa menos vencida durante el torneo a una de las más vulnerables en los cuadrangulares. Además, la ofensiva ha perdido eficacia, con menos generación de jugadas. Teófilo Gutiérrez, quien antes asistía con pases de gol, ahora es utilizado como centro delantero, pero tras su lesión no ha recuperado su mejor nivel.
Es cierto que el profesor Viera podría argumentar que no armó esta nómina, pero tuvo tiempo suficiente para conocerla y obtener mejores resultados, al menos como local. Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué ha sucedido en los partidos como visitante? Tras el encuentro ante Quindío, Viera expresó que al equipo le falta jerarquía para resolver este tipo de compromisos.
A pesar de la luz de esperanza, resulta incomprensible que tanto esfuerzo se traduzca en tan pocos resultados, aplazando nuevamente la posibilidad de regresar a la primera división.
Sería frustrante no tener la oportunidad de pelear la final, algo para lo cual se trabajó durante toda la temporada. Al realizar los balances, será necesario analizar los indicadores de gestión y tomar decisiones en una ecuación que parece no tener solución: el ascenso. Ni siquiera los mejores asesores han podido despejar esta incógnita, a pesar de haber intentado todas las fórmulas posibles.
Es importante resaltar el comportamiento ejemplar de la afición, que merece ver un equipo en la Primera División. Como expresó el alcalde tras el resultado en Armenia, el impacto económico de un ascenso sería significativo: ventas de camisetas, dinamización de la economía formal y mayor atractivo de eventos de alta calidad. El ascenso daría un valor agregado que, en términos financieros, se traduce en el “costo de oportunidad”.
Asimismo, se sugiere una mayor integración de los actores sociales, especialmente en la relación con la prensa, que debe ser una parte activa en la promoción del objetivo. Es necesario impulsar campañas agresivas en medios masivos y digitales, y no limitarse a cuentas corporativas o iniciativas individuales que puedan dispersar el enfoque deseado.
Esperemos que, en estos dos partidos restantes, se logre recomponer la situación. Como dice un dirigente: “Cada día trae su afán, y para ser grande, tienes que vivir y sufrir.”