
Por Diana Mestra Sierra (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 12 de febrero de 2025.- Las ciudades costeras enfrentan grandes retos ante el cambio climático, la sobreexplotación de sus litorales y la regulación en la atención al turismo han puesto a las autoridades municipales en alerta. La erosión ha sido una de los desafíos a enfrentar y, en el caso de Cartagena de Indias, históricamente ha sido una situación apremiante, por lo que desde el año 2020 se ejecuta mediante la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres UNGRID, una considerable inversión en la protección costera; para nadie es un secreto que el trabajo en esa megaobra y el movimiento de grandes rocas para construir los espolones, tiene la intención de enfrentar el cambio climático y frenar la erosión de las costas.
No obstante, con el paso del tiempo, se pudo comprobar que algunas fallas, ya sea en diseño, interventoría, o error en operadores, trajo como consecuencia varias inundaciones del sector turístico de Bocagrande y especialmente la avenida del Malecón, más conocida como la Avenida 1; otrora, cada vez que se presentaba el mar de leva, se reducía significativamente la movilidad, al punto que muchas veces se cerró por que quedaba inundada, especialmente el tramo que iba desde el edificio Seguros Bolívar hasta el hotel Capilla del Mar.
No puede negarse que gran parte de las playas de Bocagrande han aumentado significativamente, con el trabajo de protección costera, su vista panorámica lo corrobora al divisarlas desde unos cuantos pisos de una edificación para contemplar su amplitud; los tiempos de hacinamiento dadas las brisas veraneras y los espacios reducidos para el disfrute de las playas, parecen ya asuntos del pasado.
Se espera que se reduzca el acoso de los vendedores ambulantes a bañistas y personas que esperan disfrutar de la vista que ofrece Cartagena, en ese sentido, los usuarios del turismo y los servidores deben estar sensibilizados en el cuidado de su entorno. No puede negarse que la presión que ejercen las redes sociales al divulgar casos aislados de altas tarifas en el servicio y la gran respuesta de la Alcaldía de Cartagena, ha mitigado en gran parte los abusos al turismo.
Cuando las playas comienzan a aparecer y está más retirado el mar, surge la idea del paseo del Malecón, diseñado por el arquitecto Fernando de la Vega, el cual hace uso de la naturaleza como lo ha hecho el Puerto de Santos en Brasil, que brinda toda clase de atractivos a los caminantes, por lo cual invertir en esa gran obra sería muy interesante para el turismo de la ciudad.
Preocupa es la gran inversión que se ha hecho en la protección costera que se acerca al billón de pesos en espolones, al igual que cuando se hará uso de toda la playa recuperada, no se espera y de ningún modo el volver a la situación que trajo la construcción de la Avenida 1 o más bien su ensanche cuando conectó desde el Capilla del Mar hasta El Laguito. No puede discutirse que descongestionó la Avenida San Martín o Segunda Avenida (por cierto, fue construida pensando en el futuro y ensanchada a pesar de las malas prácticas de parqueo que tiene turistas y residentes de Cartagena).
Así como la Avenida San Martín o Segunda Avenida se ensanchó, no para parqueos, sino para movilidad, la construcción del Gran Malecón del Mar se espera que no quite espacio suficiente como para volver a ampliar los espolones e invertir otro billón de pesos más.
Desde luego que no se trata de frenar la obra, sino tener en cuenta su espacio y que embellezca la ciudad, mientras los usuarios del paisaje y los no usuarios lo cuiden como patrimonio paisajístico de la humanidad.
Santa Marta, Barranquilla y Cartagena son ciudades privilegiadas del Caribe, que pueden aprovechar al máximo la construcción de estos nuevos espacios y generar mucho más turismo. A Barranquilla le va bien con el malecón del Río, ahora Santa Marta con su Marina, y Cartagena y su actual administración también lo hará, para seguir entre malecones y espolones.