
“Ahora, la alabanza que oiréis no será la de Hércules ni la de Solón, sino la mía propia, o sea, la alabanza de la estupidez”.
ERASMO DE ROTTERDAM (La alabanza de la estupidez, año 1511)
Por Luis Eduardo Brochet Pineda (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 8 de marzo de 2025.- Hace pocos días se develaban los resultados de una última encuesta sobre la gestión de los responsables del ejecutivo colombiano, y otras percepciones ciudadanas, en el actual gobierno. El presidente de la República, nuevamente, presenta un porcentaje de desaprobación a su gestión del 63%, que me parece bastante conservador; ya que la encuesta informal de opinión y el diario acontecer plagado de desaciertos, improvisaciones, corrupción, fraudes procesales y burlas a la ley; el minúsculo crecimiento económico, las estupideces en las relaciones internacionales y otras cantinfladas memorables, deberían situar la desaprobación en un 80%.
El nuevo Gabinete es un reflejo de la concepción de una izquierda anacrónica, sobre la política de lo absurdo y el poder político como dominación ideológica, sin considerar los matices comunes que pueden diferenciar a los contrarios.
La izquierda colombiana sigue anclada en el pensamiento que precipitó la caída de los zares en Rusia; en la guerra fría, en los días del muro de Berlin o en la toma del poder en Cuba por un grupo guerrillero genocida en 1959.
Violando los preceptos de la ley 63 de 1923, como es ya costumbre y deporte en este gobierno, el presidente se auto habilita para hacer públicos y en televisión directa, los Consejos de Ministros llamados “alocuciones”, debido al carácter reservado que estas sesiones y decisiones han de tener en aras de la confidencialidad y la seguridad que compromete al poder ejecutivo. Pero conocedores de la necesidad narcisista del presidente Petro por la admiración y exaltación de su propio ego, y con un extraño sentimiento de superioridad irrazonable, el Consejo de Ministros, en sus dos versiones en el último mes, ha sido el jardín de Epicuro para los actuantes en tamaño sainete.
En la primera escena, Todos a Una: el blanco de quejas, lloriqueos, repudio “feminista” y solidaria mal querencia masculina, fue el actual Ministro del Interior, Armando Benedetti, record mundial de robo de bases en Grandes Ligas, como diríamos en El Caribe; quien a pesar de las catilinarias, resistió estoico y altivo, para recibir hoy elogios y cálida bienvenida en el Congreso dónde ya despliega, en compañía de otros ministros, toda una estrategia ilegal para la aprobación de las nefastas reformas a la salud, tributaria II y laboral.
Hubo también declaraciones de amor entre varones, temores por amenazas de muerte y confesiones de dolorosa traición e irreparable deslealtad. Hubo también renuncias pero también reintegros, independiente a la cuestión de género.
Al final, seis horas de megalomanía ancestral y colectiva; auto elogios por las estupideces, con cero propuestas, ningún proyecto o soluciones.
En otro escenario menos concurrido, el presidente Petro le espetó al ministro de educación, que no era ninguna afrenta el hecho de que no haya aprobado el examen de tesis de maestría, porque él no había podido siquiera presentar una tesis de postgrado, por lo que no obtuvo dicho título. De esta forma, el ministro no debía preocuparse por ello, ya que al menos, pudo presentar la evaluación. La audiencia deliró, aplaudió y se divirtió, mientras se atragantaba de lechona con gaseosas.
¿Qué tal eso? Elogio de la estupidez
La segunda escena del sainete fue un poco más breve y mesurada en expresiones emocionales, pero terriblemente ineficaz y ansiosa. Desespera mucho confirmar en directo por televisión, que el presidente de la república, el ministro de salud o el director del departamento de Prosperidad Social, no saben sumar o calcular porcentajes; no tienen idea de la logística y el recurso humano necesario para adelantar ciertos programas, lo que evidencia una agenda desconectada y un desconocimiento de lo que están gerenciando.
Finalmente, como colofón en dos actos, por el momento, el presidente anunció un “incentivo” de casi un salario mínimo legal vigente, para que los “campesinos” (léase raspachines cocaleros), erradiquen “de raíz” las matas de coca, lo que por supuesto, va a incrementar exponencialmente la siembra y, de paso, ganarse el “raspachín” ese “subsidio” del gobierno. Seguidamente, también expresó el presidente su intención soberana para que, en la zona de guerra del Catatumbo, se auxilien, curen y se atienda clínicamente, a los terroristas y guerrilleros del ELN u otros grupos criminales, los mismos que están asesinando sin piedad a la inerme población civil.
Al final de las tres horas, flota el mismo vacío de gobernabilidad; las mutuas alabanzas por aportar tantas fantasías al país paralelo e inexistente, que solo se concibe en la mesa de los elogios y la comedia.
Lo que hoy preocupa es que la violación flagrante de la ley, la ineptitud, la vulgaridad y las estupideces “estratégicas”, ya nos la presentan en directo; en un horario privilegiado y por la televisión pública nacional, sin el mínimo recato ni respeto.
*Economista y Abogado.