Revista Zetta es periodismo serio – Palabras de John Zamora en la ceremonia de celebración de 25 años de Revista Zetta

Palabras de John Zamora en la ceremonia de celebración de 25 años de Revista Zetta

Cartagena de Indias, 24 de abril de 2025.- Antes de pensar en Revista Zetta y todo lo que ha representado en los últimos 25 años de mi vida, ni siquiera intuí que podría ser periodista.

Descubrí el periodismo por mera curiosidad y se quedó para siempre, al punto que esta noche ustedes enaltecen a Revista Zetta con su presencia en esta sencilla celebración.

Por allá en los años 1600, la recordada Sara Marcela Bozzi era profesora de la materia “expresión oral y escrita” en la facultad de Arquitectura de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, seccional Cartagena, en donde yo cursaba mi primer semestre.

Mi hermano Rafael Zamora, el hombre que más admiro y que ha sido mi ejemplo, estaba terminando esa carrera y me ponía trabajos de rutina para ayudarle a terminar sus planos o maquetas. Al concluir el bachillerato en el colegio Salesiano y buscar vida universitaria, pensé que en la arquitectura estaba mi vocación. Todo cambió cuando mi mejor disposición estaba para las composiciones escritas y las intervenciones verbales. Me interesé y le pregunté a Sara dónde podría estudiar periodismo, o Comunicación Social, como comenzaba a conocerse la profesión por esos días. “Solo en Barranquilla y Bogotá”, me respondió. Así que busqué, hice el trámite y me decidí por la Universidad Externado de Colombia, y con el respaldo irrestricto y amoroso de mi madre, la bella Lucila de Zamora, me fui a la fría nevera.

Sin saberlo, estaba abriendo las puertas de la realidad del mundo, de mi país, de mi sociedad, desde una profesión que, en Colombia, es cosa seria, y dos hechos desconcertantes lo comprobaron, tanto en la bienvenida como en la despedida de mis estudios.

6 de noviembre de 1985. Época de exámenes finales. A las 8 de la mañana era el examen de no sé cuál materia. Al terminar, la habitual reunión de pasillo, de cafetería, y después de las 10 de la mañana decidimos -con cuatro compañeros- bajar desde el Externado -carrera 1 este con calle 12- buscando la carrera 10ª para tomar una buseta.

Al promediar la caminata entre las carreras 5ª y 6ª, escuchamos disparos lejanos y vimos gente asomándose por las ventanas de los edificios contiguos. Seguimos adelante y en la esquina de la 7ª comprobamos que se trataba de una “plomera” en el Palacio de Justicia. Era como sintonizar Netflix hoy. Allí nos quedamos un rato. La juventud obnubila la responsabilidad, la temeridad es un dulce empalagoso, y todo aquello resultó un entretenido espectáculo en vivo. Vimos que un hombre, vestido de jean y camiseta roja, era sacado por la parte de atrás del Palacio, y siempre hemos creído que fue el primer muerto, un agente del DAS. Luego llegó una columna del Ejército y nos expulsaron de la calle, pero quedamos atrapados porque en la siguiente esquina ya había talanqueras, y llegaban patrullas y tanques, y el caos se entronizó. Pasamos varias horas tratando de salir del barrio la Candelaria, y terminamos caminando por las calles del barrio Egipto y las Cruces, hasta llegar más allá se la sexta sur, para tomar una buseta, que culebreaba entre el monumental trancón para buscar la avenida Caracas y salir de la zona. Llegué a casa después de las cuatro de la tarde, y me pegué a la radio para escuchar el avance de la situación, que al día siguiente concluyó con el palacio quemado, magistrados asesinados y un país que todavía reclama responsabilidades.

18 agosto de 1989. Era el último día de mis prácticas laborales en El Espectador y yo acababa de llegar al habitual turno que había tenido los últimos seis meses: de 6 de la tarde a 2 de mañana. El impopular “turno de bombillo”.

Los periodistas de planta entregaban sus notas, los editores armaban las páginas y todo marchaba con el frenesí típico de la redacción, cuando escuchamos: “Extra, extra. Cuando la noticia se produce, Caracol se las comunica. Última hora Caracol. Atención, urgente: acaba de producirse un atentado contra el candidato presidencial Luis Carlos Galán. Repetimos… el candidato presidencial Luis Carlos Galán acaba de ser víctima de un atentado…”

Todo se detuvo. Todos en El Espectador recordaron de inmediato el asesinato de su director, Guillermo Cano, el 17 de diciembre de 1986. Acababa de comenzar otra intensa jornada periodística, las noticias ya procesadas pasaron al refrigerador y toda la redacción en se puso en “modo” Galán, para organizar el cubrimiento. Al día siguiente, a seis columnas el titular fue de dos palabras en mayúsculas: ASESINADO GALÁN.

De esa manera, el asalto terrorista al Palacio de Justicia y el magnicidio de Luis Carlos Galán, dos hechos gravísimos en la historia del siglo XX en Colombia, enmarcaron mi etapa estudiantil y me hicieron entender que esto, del periodismo, es algo muy serio.

Cuatro días después, el 22 de agosto, me gradué como comunicador social periodista, y regresé a Cartagena de Indias.

Aquí he desarrollado toda mi carrera profesional. Aquí encontré el amor de Ángela, con ella formé una familia, fui bendecido con mis hijos Rodrigo y John Gabriel, y aquí, hace 25 años, fundé la Revista Zetta.

Sin capital de trabajo sino mucha convicción, nacimos como semanario impreso, en una ciudad, para ese entonces, con pocas ofertas periodísticas de rotativas.

Juan Carlos Díaz y John Zamora en lo periodístico, y Assad Oliveros en la producción, hicimos realidad el proyecto, ejecutado con más romanticismo y pasión periodística, que con estructura empresarial.

Nunca superamos la estrechez económica, y, al cabo de un tiempo, eso nos hizo replantear, haciendo una pausa para redefinir caminos.

Tiempo después, decidí reasumir el proyecto en solitario, lo que resultó enigmático, pero irremediablemente instintivo. En el siglo XXI las cosas cambian raudamente, y desde 2014 Revista Zetta clausuró su etapa impresa y migró al formato digital con el sitio web www.revistazetta.com y el sistema informativo con canal en YouTube y cuentas en Instagram, Facebook, X, TikTok y WhtsApp.

El liderazgo editorial apuntala un servicio informativo especializado en poder: político, económico y cultural, con actualidad, análisis y opinión, que distinguen un talante de textos inteligentes para público inteligente.

En Revista Zetta, la búsqueda de la diferencia es permanente, no nos regimos por los likes o cantidad de seguidores en redes sociales, rechazamos y repelemos la imbecilidad, ridiculez y ligereza como rectores de un pretendido “servicio informativo”, creemos que el insulto deforma, no informa, y pensamos que siempre hay que estar preparado… y siempre hay que prepararse.

En esa diferenciación, somos el único medio de comunicación independiente en el mundo que tiene una extensión musical, con misión cultural: la orquesta de Revista Zetta, que disfrutarán más adelante.

Ha sido un camino intenso y lo hemos recorrido de la mejor manera que hemos podido, con honestidad y entereza, y seguiremos adelante con todo el ímpetu que nuestra, ya, prolongada juventud, nos permita.

Ustedes lo saben y pretendemos que siga siendo así: Revista Zetta es periodismo serio.

Muchas gracias.

Salón Pierre Daguet de Unibac.

Cartagena de Indias, 24 de abril de 2025