
Por John Zamora (Director de Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 4 de mayo de 2025.- La esterilidad en que se sumió Cartagena de Indias en el periodo anterior ameritaba un revulsivo, lo que explica y justifica la intensa actividad contractual del Distrito para dar respuesta a tantos frentes descuidados.
El Estado acude a la contratación pública para hacer que las cosas pasen, y como aquí en Cartagena prácticamente no pasaba nada (salvo escándalos de peleadera), con Dumek Turbay las cosas comenzaron a pasar. Ahí están los ejemplos de la demolición del Aquarela o la guerra contra los huecos, entre muchos otros.
La contratación está reglada y corresponde a los funcionarios públicos apegarse a ella, es decir, por mucho que se necesite y justifique la contratación, hay que ajustarse a la ley. No hay de otra, y por eso han llamado tanto la atención dos procesos contractuales, de distinta horma, pero de ruidosos efectos.
Uno de $120 mil millones para el alcantarillado de Bayunca y Pontezuela, y otro, la primera convocatoria para fortalecimiento del sector audiovisual local, hecha por el IPCC.
Pese a la enorme diferencia de cuantías, ambos procesos sufrieron traspiés por unos “papelitos” y virulentas “cuentas de cobro” políticas.
En el primero, porque el contratista ganador presentó unos documentos que resultaron ser inconsistentes. En el segundo, porque una ganadora resultó que no podía participar por tener vinculación contractual vigente con el Distrito.
En el primero, el Distrito revocó la adjudicación y anunció un nuevo proceso, por selección abreviada. En el segundo, el IPCC revocó el premio.
En ambas, resulta asombroso que los evaluadores no hubiesen “pillado” las anomalías, teniendo la administración que acudir a revocatorias para enderezar entuertos.
Lo anterior no justifica el desafinado, desmedido y acrobático espectáculo de opositores, con un evidente afán de cobrar un dividendo político, alejado del genuino interés por la virtud pública, cual mercenarios francotiradores, apostados para disparar al menor movimiento del objetivo.
Víctima injustificada de las destempladas andanadas de esta horda ha sido Lucy Espinosa, directora del IPCC, diligente funcionaria, competente y visionaria, quien ha estado a la altura del exigente alcalde para elevar el nivel de la agenda pública en este ámbito, y ofrecer altos resultados.
En año y medio de gobierno, son miles los procesos contractuales desarrollados por una administración actuante y ejecutante como la de Dumek Turbay; en la ley de las probabilidades, es muy factible que muchos de ellos haya errores, que se “de papaya”, pero nada cercano al “metauniverso” delirante y apocalíptico que alucinan neomalandrines y nostálgicos del fervor popular en su narrativa conjunta de retahílas antidumeksistas.
El alcalde Dumek Turbay debe sentir el respaldo ciudadano, para que avance firmemente en el proceso de transformación de Cartagena de Indias, sin distracciones ni dilaciones, pero sin “dar papaya”, con los ajustes del caso para que esos “papelitos” no empañen a los procesos contractuales que seguirán su curso en los dos años y medio que quedan de gobierno, para que la ciudad verdaderamente se transforme y vuelva a brillar.