
Por: Majo del Toro Perea (Politóloga).- (Especial para Revista Zetta).- Cartagena de Indias, 23 de octubre de 2025.- Los resultados de las elecciones de los consejos municipales y locales de juventud nos dejan un sabor agridulce. Las expectativas que se tenían de superar en un gran porcentaje la participación de las elecciones del 2021 no se dieron, teniendo en cuenta que en esta oportunidad participarían masivamente las fuerzas del progresismo con presencia en un gran sector de la población juvenil. De 11 millones y medio de jóvenes habilitados para votar, solo lo hicieron un millón quinientos mil, equivalente a un 12.82% de participación, 220 mil mas que la anterior elección.
Indudablemente que este resultado en estas instancias de participación juvenil, sigue enfrentando un problema estructural de legitimidad, donde los jóvenes no son los únicos responsables por no acudir a las urnas, gran parte de la carga recae sobre la institucionalidad y el Estado por la ausencia de una estrategia sólida de acompañamiento, incentivos, pedagogía y motivación de esta población.
En esta jornada fue casi nulo el apoyo del Gobierno Nacional, especialmente del Ministerio del Interior y del Viceministerio de la Juventud, llamados a ser los mayores promotores de la participación juvenil. Esa ausencia dejó una sensación de vacío institucional frente al tema.
Aun así, es justo reconocer a los entes territoriales y organizaciones sociales que, con recursos limitados, asumieron la tarea de promover la participación, abrir espacios de diálogo y acompañar a los jóvenes en sus territorios. Su compromiso demuestra que, cuando hay voluntad, la articulación local puede marcar la diferencia
Destaco también el papel de la Registraduría Nacional del Estado Civil, que asumió con ímpetu y responsabilidad su rol de articulador principal del proceso electoral, garantizando su desarrollo con transparencia y compromiso. Como también el gran activismo de los jóvenes en las redes sociales que con mucha creatividad y publicaciones promocionaron su evento, pero que lamentablemente en las urnas no se reflejo ese entusiasmo virtual, elemento importante para la reflexión y análisis de los próximos eventos electorales.
Mientras tanto, los partidos tradicionales celebraron victorias de algo que no fue, desde el punto de vista de la poca legitimidad del proceso, cuando debieron aprovechar la oportunidad de comprometerse con los jóvenes de impulsar desde el Congreso la revisión y reforma del Estatuto de Ciudadanía Juvenil, muchas veces archivado, para que deje de ser una norma que solo promueve la participación como discurso y los Consejos como meras figuras decorativas sin poder real, ni incidencia efectiva en las políticas públicas que los afectan, y que los partidos dejen de ver a los consejeros como meros semilleros de su capital electoral en sus estructuras.
Hoy los retos son claros:
Avanzar en la reforma del Estatuto de Ciudadanía Juvenil, fortalecer el acompañamiento institucional a todos los niveles, y construir una verdadera alianza entre Estado, entes territoriales, organizaciones sociales y juventud para que los Consejos Municipales y Locales sean espacios reales de representatividad, participación e incidencia.
Porque sin acompañamiento institucional, sin compromiso político y sin jóvenes empoderados, la democracia juvenil seguirá siendo un proyecto inconcluso.
