Por: Miguel Raad Hernández.- Especial para Revista Zetta.- (Abril 30 de 2015). Es memorable el recurso nemotécnico utilizado por Bill Clinton en aquel debate televisado por la Presidencia de los Estados Unidos, colocando un papel a su vista que decía: «Es la economía estúpido….la economía», para recordarse a sí mismo cuál debía ser el foco de su atención y argumentación frente a su opositor republicano y a los televidentes.
Ese debiera ser también el foco de las próximas campañas y de los actuales y nuevos gobiernos locales y departamentales. Aunque todas las encuestas identifican la inseguridad como el principal problema de nuestras ciudades, la verdad es que habrá mayor seguridad si se mantiene a la población ocupada y con ingresos, en condiciones de vida digna. La sola represión policial no es suficiente para conjurar la criminalidad, sobre todo la asociada a los delitos contra el patrimonio y la integridad personal.
Adicionalmente, tal como sucedía en los Estados Unidos por los días de la primera campaña Clinton a la Presidencia, la relentización de la economía genera la mayor parte de los problemas y de la inconformidad. Aunque en Colombia los últimos indicadores económicos señalaron una baja en el desempleo e índices de desarrollo por encima del 4.5 por ciento del PIB 2014, no es menos cierto que todos los pronósticos nos hablan de un frenazo brusco de la economía como consecuencia de los bajos precios del petróleo, los aumentos de la devaluación y la inflación, una pérdida de puestos de trabajo en las regiones petroleras, un aumento del déficit fiscal nacional por la disminución de las divisas del petróleo y un consecuente aplazamiento de algunas inversiones nacionales por falta de recursos.
Corresponde a los gobiernos de las ciudades y departamentos ser creativos y eficaces en identificar las fortalezas y oportunidades locales y regionales para impulsar sus propias economías. Hay que diseñar y adoptar políticas y planes de desarrollo anti-cíclicos, esto es, que contrarresten o, por lo menos, moderen el impacto de la tendencia de la economía nacional.
Cartagena tendría que arropar su sectores económicos claves en esta coyuntura. Empezando por sector el turístico y de servicios, los mayores productores de empleo e ingresos para la gente. Es necesario un plan sectorial integral que contemple más estímulos tributarios locales, mayor y mejor preparación del recurso humano, una ciudad más cuidada en su presentación y estética, nuevas atracciones como parques temáticos, mejoramiento y cuidado de nuestras playas y balnearios, campañas promocionales nacionales e internacionales y una agresiva política de mercadeo de la ciudad y sus ventajas. Además, hay que atraer a los inversionistas nacionales e internacionales ofreciendo ventajas fiscales y alianzas estratégicas, para todos los sectores. Hay que promover, incentivar y acompañar la industria de astilleros navales, el desarrollo agropecuario del cinturón rural, la instalación de nuevas empresas agroindustriales, ofreciendo verdaderas ventajas competitivas al lado de nuestras ventajas comparativas. Los sectores portuario e industrial, que responden más a dinámicas macro- económicas nacionales, ya tienen sus propias políticas de ajuste y participan del debate económico nacional.
Hay que actuar ya, y corresponde a los actuales mandatarios de Cartagena y Bolívar aplicarse a iniciar la concertación, estudio y formulación de las primeras medidas y acciones en tal sentido. También deberían liderar el diálogo sobre esta materia con todos los aspirantes a sucederlos en los cargos, para enfocarlos a participar en las soluciones a esta problemática que, de no hacerse nada, estará originando las peores consecuencias en el eventual gobierno de cualquiera de ellos.
Así, pues, aunque no parezca tan evidente entre los ciudadanos, el verdadero eje de estas campañas a Alcaldía y Gobernación, para lograr mayor seguridad, movilidad y empleo, «es la economía estúpido…..es la economía», como se decía a sí mismo Bill Clinton.