Por Miguel Raad Hernández.- (Cartagena, mayo 28 de 2015).- Un desapacible comunicado de prensa de la Gobernación de Bolívar anunció, hace unos días, el robo del óleo del Libertador Simón Bolívar pintado por Epifanio Garay, que presidía el Salón Amarillo del Palacio de la Proclamación, sede tradicional del Gobierno Departamental.
El Bolívar de Garay es una de las obras icónicas en la imaginología del Libertador. Tiene un alto valor histórico y cultural, porque la monumental obra fue pintada a finales del siglo IXX por quien es reconocido en la historia del arte como el más grande retratista de Colombia de todos los tiempos. Garay nació en Bogotá el 9 de Enero de 1849 y murió en Villeta el 8 de Octubre de 1903, a los 54 años de edad. Fue, además, cantante de ópera y cronista de arte y sus obras se exponen en el Museo Nacional de Colombia, en cuya entrada se lo honra con un busto donde aparece con su larga y desordenada cabellera y unos inmensos bigotes. Hizo estudios de música y pintura en la Academia Julien de París; en 1889 el Presidente Rafael Núñez lo nombró como Primer Director de nuestra Escuela de Bellas Artes hoy Universidad de Bellas Artes, y estuvo entre nosotros hasta 1892, cuando regresó a Bogotá; en 1898 fue designado Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Dos obras lo vinculan especialmente con Cartagena: El imponente cuadro de Bolívar, pintado de cuerpo entero sobre un fondo de batalla y nubarrones, evidentemente vencedor, en una actitud de serena fortaleza, que se quedó por más de 100 años en nuestro Palacio de Gobierno; y el retrato del Presidente Núñez en su biblioteca, del cual dice Gustavo Tatis Guerra que es el mejor retrato que le hicieron en el cual «Le pintó su aura otoñal, su semblante pálido y un aire de concentrado desencanto en la mirada…».
Es inaudito que un cuadro de tanto valor histórico, cultural y económico, haya sido abandonado en medio de un edificio donde se estaban llevando a cabo demoliciones. El Gobernador mudó las instalaciones de la Gobernación para dar paso a las obras de restauración del Palacio de la Proclamación, objetivo laudable, pero dejó atrás, en medio de andamios, maquinarias, herramientas y materiales de construcción, la valiosa y más que centenaria pintura. El arquitecto Alberto Samudio, encargado de la primera parte de las obras programadas por el Gobernador Gossain en el Palacio de la Proclamación, informó por la radio que su contrato se terminó hace un año. Que desde entonces allí no se adelanta ninguna obra. Y, agregamos nosotros, también desde hace mucho se suprimió la seguridad contratada para resguardar las instalaciones.
Hasta hoy, aparte del lacónico y desapacible comunicado de prensa, ninguna autoridad civil ha dado parte de los pormenores que rodean este robo ni de las gestiones que se estén adelantando para recuperar ese, que es el más valioso patrimonio cultural mueble que tiene la Gobernación. Sólo el Comandante de la Policía salió a ofrecer una irrisoria recompensa de 10 millones de pesos a quien suministre información sobre el robo o delate a los delincuentes. Suponemos que no sabía de la importancia de la obra. Quienes la robaron sí lo saben y también saben que ella sólo es posible negociarla en el extranjero, donde existe un mercado negro de grandes obras de arte.
Esperamos que el Fiscal General, el Procurador y el Contralor, tan locuaces y protagónicos políticamente, se ocupen también de ayudar a preservar el patrimonio cultural de la Nación y de Bolívar, y hayan tomado cartas en el asunto. Otras obras valiosas quedan en la Gobernación: Pinturas, grabados, algunos bronces importantes, mobiliario de época, mármoles, etc., que deben resguardarse y evitar que vayan a correr igual o peor suerte que el Bolívar de Garay.