Por Miguel Raad Hernández.- (Jueves, Junio 5 de 2015).- Seguramente este comentario no cambiará para nada el estado de cosas actual, respecto a la prestación de los servicios por parte de ELECTRICARIBE, pero lo hacemos como un deber moral y para dejar una constancia más. La calidad de vida, la competitividad y el desarrollo de la Costa Atlántica están gravemente comprometidos por las graves deficiencias y la inestabilidad en el servicio de energía eléctrica.
Por estos días han sido recurrentes los cortes de energía en todos los estratos socio- económicos y a cualquier hora del día o de la noche. No hemos confirmado si ha habido cortes a la zona industrial o al sector turístico y hotelero de la ciudad, lo que sería gravísimo para nuestra economía, pero sí sabemos de barrios enteros a los que les han quitado la energía durante toda la noche, lo cual, con las altas temperaturas actuales significa pasar la noche en vela, aguantando calor y mosquitos. Al día siguiente esas personas no rinden en su trabajo, los niños no van a sus colegios o se duermen en las clases, con las consecuentes bajas en la productividad y el rendimiento académico. Además, la oscuridad es aprovechada por los bandidos y aumenta la criminalidad, sobre todo robos y violaciones, favorecida por la incuria, el descuido o la imprevisión de ELECTRICARIBE.
Pero también en horas diurnas se presentan los cortes o suspensiones del fluido eléctrico. Las consecuencias son tan obvias que seguir enumerándolas es casi una perogrullada. Pero hacerlo nos sensibiliza y nos lleva actuar porque ese mal servicio es inadmisible. De día los traumatismos son múltiples en las oficinas, empresas, y hasta en el tráfico vehicular. Se apagan los computadores con la consecuente parálisis de todo el trabajo de la oficina; los teléfonos fijos se suspenden, porque son eléctricos; los ascensores se paralizan y en los edificios altos se arma el pandemónium con los que quedan atrapados en ellos y los que no pueden subir a atender sus citas médicas, compromisos de trabajo o de negocios; las clínicas se colapsan y se suspenden las intervenciones quirúrgicas provocándose emergencias médicas no imaginadas; en las calles se apagan los semáforos, sobreviene el caos vehicular y el peligro de accidentalidad aumenta. En fin que, una suspensión del servicio de energía es traumática, peligrosa y representa unos costos económicos y sociales por los que nadie responde y no se reparan.
Ya sabemos que ELECTRICARIBE es la empresa de energía que tiene el mayor número de quejas, la más sancionada por las autoridades, la peor calificada por los clientes o usuarios, y toda una serie de factores negativos más. Por eso dije al principio que seguramente este comentario no cambiará las cosas, pero sí quiero aquí atreverme a preguntar: ¿Qué hace falta para que las autoridades se atrevan a iniciar el proceso para dar término a la concesión otorgada a esta empresa? ¿Acaso no se acumulan suficientes incumplimientos y violaciones a la ley y al contrato para iniciar el cambio de concesionario?.-