Por Juan Camilo Romero. (Especial para Revista Zetta).- Cartagena, la ciudad que es capital del Departamento de Bolívar, la misma que es sede alterna de la Presidencia de la República, la que constantemente es sede de grandes eventos de tipo empresarial social y deportivo, esa que encanta a sus visitantes ya sean nacionales e internacionales. Cartagena, si, Cartagena, a pesar de su belleza innegable, su encanto señorial sufre a diario problemas que por falta de voluntad política y la ausencia de sentido de pertenencia no han sido solucionados.
Esta ciudad, mi ciudad, nuestra ciudad tiene una estructura administrativa que le permite ser autónoma y elegir a sus gobernantes, de igual forma existe un órgano coadministrador integrado por representantes de la comunidad llamado Concejo Distrital.
En ese orden de ideas recae sobre el Alcalde y los Concejales la responsabilidad de trabajar en la misma dirección para lograr la implementación de políticas públicas y la ejecución de obras que vayan en beneficio de todos los Cartageneros sin distingo de ninguna especie.
Les menciono todo esto para expresar lo siguiente, me parece una solemne pendejada que en el Concejo Distrital se presenten propuestas tendientes a regular el baile que practican algunos jóvenes de los barrios “marginales” del corralito de piedra.
En Cartagena hay problemas mucho más serios que requieren del concurso de todos los estamentos de la sociedad, el tema de los niños que bailan plebe se debe a la falta de oportunidades y espacios de sana recreación, a la ausencia en nuestros barrios de escenarios deportivos de calidad y de igual manera espacios donde se hagan visibles las distintas muestras culturales. Hace mucho tiempo cuando el baile plebe que tanto ha indignado a Concejales, Secretarios de Despacho y Pastores no existía, el filósofo y matemático griego Pitágoras soltó una frase que traigo a colación y la creo pertinente la cual dice “Educad al niño y no será necesario castigar al hombre” no se necesita ser doctor en ciencias sociales o tener un título universitario para entender este postulado.
Es tan sencillo como que la inversión pública de nuestra ciudad debe destinar un buen porcentaje para la educación integral de sus habitantes, brindarle a todos los niños y jóvenes los espacios necesarios para que desarrollen su personalidad de manera libre y responsable, que si de pronto caen en el mundo de las drogas o de la delincuencia lo hagan luego de un ejercicio libre y no caigan en esta desgracia porque simplemente no había más para dónde coger, o simplemente porque desde que llegaron al mundo era lo único que vieron en su entorno.
Dejémonos de vainas como decían en el programa de televisión, en Cartagena hay una problemática que viene galopando de manera silenciosa, está en vía de convertirse en una gran bomba social y es el crecimiento demográfico. De manera desordenada la ciudad viene creciendo trayendo consigo el aumento de en los indicadores de desempleo, inseguridad y deficiencia en el transporte público.
En las viviendas entregadas a los desplazados, víctimas del conflicto armado y damnificados de desastres naturales se está presentando un problema de tipo social que ha convertido a estas comunidades en una verdadera selva de cemento. La inversión en la gente se necesita y la ciudad la pide a gritos, necesitamos ser más educados y no me refiero a los títulos, debemos educarnos como ciudadanos y entender por una buena vez que nuestros derechos terminan cuando comienzan los de los demás.
A los concejales con mucho respeto pedirles que se tomen el trabajo de interpretar a las comunidades que representan, no andar haciendo papelones producto de cálculos electoreros y tratar los problemas desde sus verdaderas causas y no desde las circunstancias que los hacen posibles.
¡Dejémonos de vainas! cada quien aporte desde su fuero interior para que Cartagena prospere, sea la ciudad que soñamos y ayudemos a que sea gobernada por los mejores.
Adenda: Los aspirantes a los distintos cargos están basando sus campañas en la petulancia y la ostentación, entre más Prados y Fortuner menos propuestas. No podemos equivocarnos, elijamos a quien tenga las competencias, porque sale más barato elegir un grupo de asesores.