Por Danilo Contreras.- Especial para Revista Zetta.- El debate electoral en Cartagena presenta múltiples aristas dignas de análisis. Me detendré en una por su significación.
En 1985 se fundó la UP como apuesta política de las fuerzas guerrilleras que negociaban con el gobierno de Betancur. Para marcar distancia con la insurgencia presentaron a la ciudadanía 2 candidatos presidenciales, obtuvieron 8 curules en el congreso, 13 en asambleas, 70 en concejos y alcanzaron 11 alcaldías, una representación que envidiaría cualquier partido. Sin embargo 5.000 de sus militantes fueron sometidos a exterminio y los sobrevivientes a destierro.
En 2013 una sentencia del Consejo de Estado restableció la personería jurídica de la UP, luego de que en 2002 sus diezmadas fuerzas no alcanzaran representación en el congreso.
Hoy la UP cuenta con candidato a la Alcaldía en Cartagena y lista cerrada al Concejo. Su suerte electoral es incierta considerando el maremágnum de factores que favorecen las propuestas de los partidos establecidos frente a las casi nulas herramientas publicitarias y logísticas al alcance de la mencionada colectividad.
Algunos de sus líderes me decían hace unos días que es objetivo fundamental de su organización no desaparecer del panorama democrático de la nación, aspiración que encontré loable, valiente y pertinente, en un país con arraigadas tendencias de derecha.
El pluralismo es característica fundante del Estado Nacional. Por ello resulta conveniente que el ciudadano se acostumbre a tener opción de elegir entre las múltiples tendencias que el espectro ideológico puede ofrecer. Es indeseable una democracia que solo brinde cabida a representantes de los poderes establecidos sin que se pueda optar por fórmulas alternativas de gobierno.
Toda propuesta alternativa tiene retos mayores que los que enfrentan los partidos tradicionales, (debe ser inteligente, necesariamente) pues estos suelen obtener el triunfo en elecciones plagadas de vicios que saben sortear, aún mediando la torpeza de sus propuestas. No son pocos los personajes electos a cargos cuyo tono de voz desconocemos, digo más, es posible que si hablaran, su suerte electoral sería el fracaso. No pocos elegidos son cuestionados por ausencia de preparación, de la que hacen gala en ejercicio del cargo sin preocuparse de los platos rotos. Sin embargo, siguen ganando.
Hay optimistas que consideran que el voto de opinión crece en Cartagena. Aunque tengo reservas, creo que existe una masa crítica capaz de reflexionar su voto y que ha tenido expresión en episodios como el voto en blanco en las elecciones de 2006 o la abstención electoral de los corregimientos de la bahía, más recientemente.
Esa masa crítica debe construirse con la presentación de una buena variedad de ofertas.