Por JOHN ZAMORA – Director Revista Zetta – Editorial de la edición impresa Nº 143
Algo no cuadra, definitivamente, entre el discurso solemne del rector de la Universidad de Cartagena, Germán Sierra Anaya, y lo que denotan todos los hechos que envuelven el proceso para seleccionar su sucesor.
Cuando uno escucha al rector, queda convencido que la Universidad de Cartagena es la “Harvard” del Caribe: 186 años de trayectoria; acreditación institucional de Mineducación por 4 años; presencia en 17 municipios de la región Caribe y en otros departamentos; 10 facultades, 6 institutos, CREAD, CERES, 107 grupos de investigación de diferentes programas de la institución; infraestructura física, campos, laboratorios, hospital y Centro Tecnológico de Información y Comunicación, entre otros logros.
Pero cuando uno ve el proceso de selección de su sucesor, definitivamente tiene que taparse la nariz y preguntarse qué clase de universidad es esa. ¡Harvard no es!
Algo muy serio debe venir ocurriendo dentro del Alma Máter cuando se presenta este grotesco espectáculo: guerra de anónimos en Youtube con originales animaciones que denuncian una rosca con atisbos penales; amenazas a funcionarias; espionaje en grabaciones de dobles agentes; candidatos a Rector que se cruzan denuncias de inhabilidad; tutelas que ordenan hasta reformar estatutos; tirante ambiente laboral.
Para decepción de Germán Arturo (como ordena que le llamen) y de la Academia, la Universidad de Cartagena dista de ser el gran laboratorio social de la región, y más que un Alma Mater, parece un alma en pena. Los pomposos logros son resultado de una obligación y no el fruto deliberado de un sesudo propósito.
En las páginas de esta edición vemos que Orlando Ayala, vicepresidente de Microsoft, dice que el gran reto de Colombia está en producir conocimiento y transformar su modelo económico. ¿Está la UdC en ese sendero? El recuento de logros arriba mencionados podría dar una afirmativa respuesta, pero la realidad es negativa.
¿Dónde ha estado la Universidad para darle luces a Cartagena de Indias en su desarrollo? ¿Por qué ha callado cuando elegimos a los que elegimos? ¿Cuál es el aporte institucional distinto al de darle educación a los pobres que de otra forma no tendrían acceso a la educación superior? ¿Qué le debe la Cartagena de ahora a la Universidad?
Lo cierto es que la Universidad de Cartagena no se siente, luce acartonada y conformista, carente de liderazgo intelectual, y sometida a una endogamia que la carcome.
La reforma de los estatutos ordenada en la tutela del médico Gustavo García debería servir para abrir los ojos de la Universidad al mundo. Si el mismísimo Gabo resucitara, ¡no podría ser rector porque el estatuto se lo impide!
Al cerrar las puertas, nos toca soportar el bochornoso espectáculo de los García, Parra y demás aspirantes, a puñetazo limpio, cual proceso electoral de nuestra politiquería doméstica. La Universidad de Cartagena está marchita, así Germán Arturo se vista de seda.