“El Guerrero de la luz sabe perder.
Acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria”
-
Coelho
Si toda la energía, tiempo y esfuerzo que algunos invierten en las demandas post electorales para tratar de ganar en los tribunales lo que no consiguieron en las urnas, se invirtieran o destinaran en la formulación de nuevos proyectos políticos, o en el emprendimiento de nuevas empresas, Cartagena y el país tendrían un mayor grado de desarrollo económico y político. Se ha vuelto costumbre que, pasadas las jornadas electorales, los recién elegidos deban dedicar gran parte de sus recursos y capacidades no a emprender sus nuevos propósitos, aquellos para los cuales fueron elegidos, sino a defenderse de múltiples ataques, intrigas y denuncias plasmadas en demandas sobre supuestas inhabilidades y otras variadas causales.
Aceptar la derrota como una derrota y no intentar convertirla en una victoria implica un alto grado de sabiduría política, un amplio respeto por la democracia y la voluntad de las personas que eligieron de acuerdo a sus preferencias, intereses o afinidades, quienes no esperan que sea un juez quien a través de un fallo termine desconociendo sus voluntades. Querer lo contrario es recurrir a actitudes impositivas contrarias a la democracia que se dice defender y en la que cada uno de los ciudadanos tiene la libertad de manifestarse y el derecho a ser elegido. Los escenarios naturales de la democracia son la plaza pública, los debates con altura y argumentos, la comunicación de las ideas, el trabajo directo con las personas, sus necesidades y propuestas de soluciones, la participación ciudadana y todos aquellos espacios en los que los candidatos tienen en su momento la oportunidad de aprovecharlos.
Es cierto que la democracia y sus instituciones no son perfectas, que son conceptos dinámicos que deben ir asimilando las características y tendencias de las sociedades para estar siempre a la altura de interpretarlas y poder servirle de guía y soporte para su desarrollo. Pero esta imperfección se vuelve muy compleja y se agudiza cuando se enreda en la maraña de escondidas intenciones o de simplemente no tener la grandeza humana de saber perder
ERICH PIÑA FELIZ
Concejal de Cartagena