Por Juan Camilo Romero (Especial para Revista Zetta).- En este espacio quiero referirme a una situación que hacía rato ocupa mis pensamientos, lo peculiar y excéntrica que resulta la persona que es la primera autoridad en el Corralito de Piedra.
Con el respeto que merece el primer mandatario de la Heroica, me permito llamar la atención sobre hechos puntuales que desdibujan la majestad que trae consigo ser Alcalde de una ciudad tan compleja como lo es Cartagena. Alcalde Manuel Vicente Duque, usted representa a todos los cartageneros, desde los que viven en Castillogrande y Barcelona de Indias, como los invisibles y siempre apartados residentes de los barrios periféricos tales como Nelson Mandela y los aledaños a la ciénaga de la Virgen. Su actuar, su apariencia física e incluso su modo de hablar debe estar a la altura de la magistratura que hoy ostenta, para nadie es extraño que usted no estaba preparado para ser Alcalde, pero aun así asumió el reto y hoy no puede ser inferior al compromiso histórico que tiene con todo el pueblo cartagenero.
No piense usted, ni su equipo de asesores, ni su guardia pretoriana, que pretendo atacarlo ni hacerle bullying con mi escrito que es publicado de manera virtual, que dicho sea de paso lo que escribo creo que no más lo lee mi mamá y aspiro que por cosas de la vida su majestad lo lea.
Alcalde Manuel Vicente, no estoy pidiendo que deje de ser quien ha sido siempre, usted al igual que yo nos educaron con mucho sacrificio y logramos obtener un título profesional, usted al igual que yo, crecimos en barrios que no salen en las postales con las que se promociona la ciudad, usted en Blas de Lezo y yo en el Campestre, donde los domingos la salsa, el sancocho y los partidos de softball eran protagonistas constituyéndose en parte esencial de nuestra personalidad como cartageneros y caribes, lo que el profesor Fredi Goyeneche llama la cartagenidad, un sentimiento colectivo de ciudad, o lo que los barranquilleros denominan el bacanerismo.
Alcalde, se le nota en la mirada y en el andar que está aburrido de esa nueva vida, se nota que añora despertarse temprano para llegar a las cabinas de su noticiero, se nota también que anhela llegar como cualquier parroquiano al local del Sincelejo y pedir un coctel de camarón o degustar dos perros americanos en el Tiger Market de la entrada de Bocagrande, pero decidió meterse en la vacaloca de ser candidato y resultó elegido, le cuento que usted ha logrado lo que muchos cartageneros han soñado y se han preparado durante años, ser elegidos para regentar los destinos de Cartagena y poder hacer realidad sus visiones, interpretar a la sociedad y construir las obras que nuestra ciudad a gritos pide hace años.
Aproveche señor Alcalde que usted tiene un gabinete de lujo, tiene excelentes profesionales a su lado. Varios de ellos son mis amigos, no sé si usted poca o nula atención les presta o ellos temen decirle las cosas sobre cómo manejar algunas situaciones. Pero lo que está ocurriendo es que cada vez que sale a los medios la embarra, quién lo creyera que un comunicador social egresado de la Universidad Externado de Colombia cuando está frente a las cámaras se expresa como una persona que no ha tenido la oportunidad de formarse, y más aun siendo Alcalde de Cartagena. Usted a lo largo de su vida profesional ha mostrado que no es ningún bruto, pero la campaña ya pasó, la chabacanería y la ramplonería debe pasar a un segundo plano, eso le dio frutos en el debate electoral, pero en el gobierno usted debe comportarse como un hombre de Estado, eso sí, sin olvidarse de dónde viene y mucho menos olvidar su esencia y personalidad.
No se ha dado cuenta que el público cuando sabe que usted va a intervenir, no está pendiente de los anuncios que pueda hacer sobre las decisiones que se han tomado, sino que están atentos a la nueva Manolada, como la última que tuvo en un programa de opinión del canal local de televisión donde dijo ¿para que enseñar filosofía? eso no sirve para nada, para qué enseñarles a los jóvenes eso, si no les va a servir.
¡Por Dios! Manuel Vicente, qué estabas pensando, esto no puede seguir ocurriendo. Alcalde, por favor, asuma como es debido su rol como BURGOMAESTRE, represente dignamente a todos los Cartageneros y aproveche el escenario histórico que está viviendo.
Como diría Manolo, estás en tres y dos ¡tú verás si te dejas ponchá mi vale!
Adenda. Excelente el manejo que se le está dando a las Fiestas de Noviembre, ojalá el IPCC y la Corporación de Turismo logren engranar la celebración histórica y cultural con el sector empresarial, que sean nuestras festividades el motor de desarrollo incluyente y sostenible que Cartagena necesita.