Análisis de John Zamora (Director de Revista Zetta).- A la Consulta Anticorrupción le faltó un tris para ser obligatoria y, aunque técnicamente es una derrota, no cabe duda que ha sido un triunfo.
A las urnas llegaron 11.6 millones de colombianos, y si no se llegó al umbral no fue por culpa del “producto”, que era muy bueno, sino de sus promotores, que contradijeron el mensaje: era una consulta ciudadana, pero la politizaron para volver a dividir el país entre buenos y malos.
El resultado es producto de una suma: de gente hastiada genuinamente de la politiquería; de partidos políticos actuantes; de una “moda”; de siete preguntas con melao; de medios de comunicación ambientadores; de liderazgos indiscutibles; del apoyo del presidente Duque y muchos gobernadores y alcaldes, como en Bolívar y Cartagena; una suma.
A la consulta le hubiera alcanzado la “gasolina” si sus promotoras no tuvieran el ego más inflado que 70 mil argentinos en un partido de fútbol (de la época de Maradona, claro está). Posaron de más para las fotos. Y el video del reggaetón fue contraproducente, pues volvieron circo y política algo que era ciudadano y serio.
Mal hacen Claudia López, Jorge Robledo y compañía en decir que la consulta tuvo más votos que la elección del Presidente Iván Duque. ¿Acaso no les enseñaron en el colegio que una cosa es sumar manzanas y otra es sumar naranjas? Los organizadores de la Consulta deben admitir que lo que pudo faltar fue el guiño de Uribe. Con el jefe del CD, la consulta estuviera sobrada de votos. Pero en los 11.6 millones deben incluir a mucho uribista que si mantuvo la palabra, y no se volteó.
Como se trata de una derrota con sabor a triunfo, el camino que sigue es impulsar esas siete preguntas desde el mismo Congreso, algo que suena utópico por los comprobados traspiés del pasado, pero que contará con todo el respaldo y la presión de quienes votaron la consulta. De las siete, por lo menos dos o tres verán la luz, y eso es bastante.
Bonita la suerte de esta consulta, a diferencia del plebiscito de hace dos años. Los del NO ganamos el plebiscito para no refrendar los acuerdos de la Habana, que no sobre la paz, a pesar de toda la “leña” del presidente Santos, de sus aliados Petro, López, Robledo y compañía, y las Farc. Por poquito y con todo en contra, así haya sido por un voto, pero ganó el NO. La victoria de las urnas fue burlada por Santos y todo el aparato del SI, y desde esa orilla no se escuchó ninguna voz que pidiera respeto por las reglas de la democracia. El triunfo fue derrotado e ignorado olímpicamente.
Lo del plebiscito y la consulta ya pasó. Dos mecanismos de participación ciudadana. En aquel, los ganadores fueron desconocidos; en este no se pasó el umbral pero todos son ganadores.
En lo electoral, lo que viene es “candela”. Los resultados de las presidenciales y este ejercicio de la Consulta, dejan al país político listo para la contienda del 2019, por alcaldías gobernaciones, concejos y asambleas. De seguro, habrá cambios en el comportamiento ciudadano, tal vez más participación espontánea, tal vez menos libertad para los acostumbrados a comprar curules y cargos, tal vez algo cambiemos, pero de seguro no volveremos a ser iguales.